“La Sombra Sobre Innsmouth”
Acaso sugestionado por ésa última consideración de Borges –que guarda un dejo irónico, como era su costumbre–, siempresorteé la lectura de las obras del aludido escritor estadounidense, ocupándome con especial énfasis de su compatriota Edgar Allan Poe. Mis subterfugios, hasta aquí muy efectivos, se fueron al demoniocuando alguien me obsequió La sombra sobre Innsmouth, y me solicitó a su vez que, luego de leerla, le diera mi opinión. No me quedó otra opción que adentrarme en el universo ficcional de quizá un loco,quizá un genio.
Lo cierto es que la lectura, si bien se trata de una obra breve, me demandó apenas algo más de una hora. Teniendo en cuenta que no soy un lector voraz, este dato no es mera anécdota,pues habla por sí mismo acerca del grado de atracción que la historia ejerció en mi persona.
Lovecraft se vale de un recurso que va a contramano, por ejemplo, del cine de terror actual, en el queha prevalecido, en líneas generales, la decisión estética (pues eso es en definitiva) de la explicitud: pareciera que los espectadores, lejos de eludir al sufrimiento, reclaman, están sedientos deencontrarse con la exhibición de escenas rebosantes de sadismo, suplicios y crueldad. Por el contrario, en La sombra sobre Innsmouth, el escritor decide, en la medida que el desarrollo de la historia selo permite, ser elíptico, limitarse a sugerir más que a explicitar. (Es necesario convenir que entre explicitud y el formato audiovisual existe una afinidad marcadamente mayor que entre explicitud y...
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