La tía Chila
Era una mujer trabajadora que llevaba suficientes años zurciendo calcetines yguisando fabada, de modo que poner una fábrica de ropa y venderla en grandes cantidades, no le costó más esfuerzo que el que había hecho siempre. Llegó a ser proveedora de las dos tiendas más importantesdel país. No se dejaba regatear, y viajaba una vez al año a Roma y París para buscar ideas y librarse de la rutina.
La gente no estaba muy de acuerdo con su comportamiento. Nadie entendía como habíasido capaz de abandonar a un hombre que en los puros ojos tenía la bondad reflejada. ¿En qué pudo haberla molestado aquel señor tan amable que besaba la mano de las mujeres y se inclinaba afectuosoante cualquier hombre de bien?
- Lo que pasa es que es una cuzca – decían algunos.
- Irresponsable – decían otros.
- Lagartija – cerraban un ojo.
- Mira que dejar a un hombre que no te ha dado unsolo motivo de queja.
Pero la tía Chila vivía de prisa y sin alegar, como si no supiera, como si no se diera cuenta de que hasta en la intimidad del salón de belleza había quienes no se ponían deacuerdo con su extraño comportamiento.
Justo estaba en el salón de belleza, rodeada de mujeres que extendían las manos para que les pintaran las uñas, las cabezas para que les enredaran los chinos,los ojos para que les cepillaran las pestañas, cuando entró con una pistola en la mano el marido de Consuelito Salazar. Dando de gritos se fue sobre su mujer y la pescó de la melena para zagolotearlacomo al badajo de una campana, echando insultos y contando sus celos, reprochando la fodonguez y maldiciendo a su familia política, todo con tal ferocidad, que las tranquilas mujeres corrieron a...
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