La tia julia y el escribidor
Mario Vargas Llosa
Mario Vargas Llosa
LA TIA JULIA Y EL ESCRIBIDOR
SEIX BARRAL
Biblioteca Breve
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La Tia Julia y el Escribidor
Mario Vargas Llosa
MARIO VARGAS LLOSA
LA TÍA JULIA Y EL ESCRIBIDOR
BIBLIOTECA BREVE
EDITORIAL SEIX BARRAL, S. A.
BARCELONA - CARACAS - MÉXICO
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La Tia Julia y el Escribidor
Mario Vargas LlosaPrimera edición: septiembre de 1977 1.a reimpresión: febrero de 1978 2.a reimpresión: junio de 1978 © 1977: Mario Vargas Llosa, Lima Derechos exclusivos de edición reservados para todos los países de hab'.a española: © 1977; Editorial Seix Barral, S. A. Tambor del Bruch, s/n - Sane Joan Despi (Barcelona) ISBN: 84 822 0323 8 Depósito legal: B. 23.360 - 1978 Prínted in Spain
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La Tia Julia y elEscribidor
Mario Vargas Llosa
A Julia Urquidi Illane, a quien tanto debemos yo y esta novela.
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La Tia Julia y el Escribidor
Mario Vargas Llosa
Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y tambien puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y tambien viendome que escribia. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viendomerecordar que escribia y escribo viendome escribir que recuerdo haberme visto escribir que me veia escribir que recordaba haberrne visto escribir que escribia y que escribia que escribo que escribia. Tambien puedo imaginarme escribiendo que ya habia escrito que me imaginaria escribiendo que habia escrito que me imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo.
SALVADOR ELIZONDO, El Grajograjo5
La Tia Julia y el Escribidor
Mario Vargas Llosa
I En ese tiempo remoto, yo era muy joven y vivía con mis abuelos en una quinta de
paredes blancas de la calle Ocharán, en Miraflores. Estudiaba en San Marcos, Derecho, creo, resignado a ganarme más tarde la vida con una profesión liberal, aunque, en el fondo, me hubiera gustado más llegar a ser un escritor. Tenía un trabajo de títulopomposo, sueldo modesto, apropiaciones ilícitas y horario elástico: director de Informaciones de Radio Panamericana. Consistía en recortar las noticias interesantes que aparecían en los diarios y maquillarlas un poco para que se leyeran en los boletines. La redacción a mis órdenes era un muchacho de pelos engomados y amante de las catástrofes llamado Pascual. Había boletines cada hora, de un minuto,salvo los de mediodía y de las nueve, que eran de quince, pero nosotros preparábamos varios a la vez, de modo que yo andaba mucho en la calle, tomando cafecitos en la Colmena, alguna vez en clases, o en las oficinas de Radio Central, más animadas que las de mi trabajo. Las dos estaciones de radio pertenecían al mismo dueño y eran vecinas, en la calle Belén, muy cerca de la Plaza San Martín. No separecían en nada. Más bien, como esas hermanas de tragedia que han nacido, una, llena de gracias y, la otra, de defectos, se distinguían por sus contrastes. Radio Panamericana ocupaba el segundo piso y la azotea de un edificio flamante, y tenía, en su personal, ambiciones y programación, cierto aire extranjerizante y snob, ínfulas de modernidad, de juventud, de aristocracia. Aunque sus locutoresno eran argentinos (habría dicho Pedro Camacho) merecían serlo. Se pasaba mucha música, abundante jazz y rock y una pizca de clásica, sus ondas eran las que primero difundían en Lima los últimos éxitos de Nueva York y de Europa, pero tampoco desdeñaban la música latinoamericana siempre que tuviera un mínimo de sofisticación; la nacional era admitida con cautela y sólo al nivel del vals. Habíaprogramas de cierto relente intelectual, Semblanzas del Pasado, Comentarios Internacionales, e incluso en las emisiones frívolas, los Concursos de Preguntas o el Trampolín a la Fama, se notaba un afán de no incurrir en demasiada estupidez o vulgaridad. Una prueba de su inquietud cultural era ese Servicio de Informaciones que Pascual yo alimentábamos, en un altillo de madera construido en la azotea,...
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