La Tormenta De Kate Chopin

Bobinôt y Bibi, de camino a casa, se detuvieron fuera en la cisterna pa parecer presentables.
- ¡Caramba!¡Bibi, qué dirá tu madre!¡No tienes vergüenza! No dberías haberte puestoesos pantalones buenos. ¡Míralos!¡Y todo ede barro del cuello!¿cómo ha llegado todo ese barro a tu cuello, Bibi?¡Nunca he visto un niño tan sucio! - Bibi era el vivo retrato de laresignación. bobinôt era la encarnación de la grave preocupación del esfuerzo por quitarse y quitarle a su hijo los signos de su caminata por los caminos pesados y los campos húmedos.Raspó el barro de las piernas y los pies descubiertos de Bibi con un palo, y cuidadosamente quitó todos los restos de sus pesados zapatos. Después, se preparó para lo peor: el encuentrocon su melindrosa mujer. Entraron cautelosamente por la puerta trasera.
Calixta estaba preparando la cena. había preparado la mesa y goteaba café sobre el tapete. Dio un brico cuandoellos entraron.
- ¡Ah, Bobinôt!¡Estáis de vuelta!¡Caramba! Estaba inquieta. ¿Dónde habéis estado durante la lluvia?¿Y Bibi?¿Se ha mojado?¿Se ha hecho daño? - había cogido a Bibi y lobesaba efusivamente. Las explicaciones y disculpas que Bobinôt había estado pensando durante todo el camino, murieron en sus labios, así como Calixta lo sintió para ver si estabaseco, y parecía mostrar solamente satisfacción porque habían regresado sanos y salvos.
- Te he comprado unos camarones, Calixta - dijo bobinôt, sacando la lata de su bolsillo amplio ydejándola sobre la mesa.
- ¡Camarones!¡Oh, Bobinôt!¡Eres demasiado bueno! - y le dio un beso sonoro en la mejilla que resonó - ¡J'vous réponds, tendremos un banquete esta noche!bobinôt y Bibi empezaron a relajarse y a divertirse, y cuando los tres estaban sentados en la mesa, se reían tanto y tan fuertemente que nadie los escucharía más que los Laballièr.