La Trama De Los Textos

LA TRAMA DE LOS TEXTOS
Gustavo Bombini
El docente lector forma parte de la trilogía esencial en la cátedra y sólo la práctica con el alumno podrá permitir una teoría de la didáctica, sin recetas ni homogeneizaciones. Considera que el profesor es artífice y artesano de su propia práctica y propone evitar el reduccionismo cultural, frente al canon tradicional, ofreciendo una didáctica noprescriptiva sino propositiva.
Hay una normativa institucional que instaura la ley de la canonización; a partir de ella sólo se estudian los textos legitimados por el tiempo, ya consagrados, como consta en los manuales.
Apuesta a la dinamización y flexibilización del concepto de literatura.
Susana Itzcovich
Libro interpelador y productor de conocimientos.
Los problemas de la enseñanza de la lengua yla literatura significaban, entre otras cosas, que revisáramos nuestras formaciones, nuestras relaciones con estos dos objetos de estudio, la lengua y la literatura, nuestras creencias acerca de lo que el conocimiento es, o era, o sería.
Esas clases teóricas eran muy extrañas. No se exponían textos. Los apuntes eran más bien reflexiones…
Cosechaba amores y odios, adhesiones y rechazos. En losrecreos, antes de sus clases, discutíamos acerca de él pues no estaba haciendo lo que todos ansiosamente esperábamos: Bombini no nos enseñaba “cómo dar el sustantivo o un poema”.
Había, en estas clases, un permanente convite. Por momentos, en muchos momentos, un envite. Bombini nos indicaba una serie de textos que en cada encuentro servían de apoyatura teórica para producir hipótesis acerca de losproblemas que él nos señalaba.
Estos alumnos no “aplican” sino que “practican” lecturas y escrituras en torno a diversas manifestaciones del objeto literatura…
Carolina Cuesta
En el revés de la trama (la de la lógica interna dela texto), por fuera, está la otra trama la de la literatura y sus mediaciones: la crítica, la investigación universitaria, los editores, los premios y, especialmente lainstitución escolar (el profesor la cátedra, el manual, la antología).
Me preguntaba, mientras escribía (y ésta sea quizás la pregunta crucial de este libro) que pasaba con esos lectores/escritores ávidos y clandestinos que éramos los profesores de literatura en el momento de elegir la carrera de Letras, una vez convertidos en agentes de la institución escolar y en responsables de la enseñanza.Se me ocurría pensar que entre ese lector/escritor primero y el otro, el lector/escritor pedagogizado sucedían, habitualmente, una serie de metamorfosis institucionales que podían llegar a borrar, a neutralizar o, al menos, a entorpecer el primer vínculo.
Desde mi práctica docente no hago más que preguntarme cómo resolver la difícil negociación entre el placer de leer y escribir y la mecanizada yárida práctica de enseñar.
Dos prácticas en tensión y un sujeto ahí: la práctica de leer y la práctica de enseñar.; y el docente, a vece, olvidado de la primera y agobiado por la segunda o fascinado por la primera y distraído de la segunda. Por fuera del invariable canon de formación docente (en el profesorado, los del programa a enseñar, en la Universidad, los favoritos de la críticavernácula), está la otra literatura, la que leería yo, la que me gusta o la que me parece mejor para mis alumnos, la que “los engancha” o la que “me sirve” (en muchos sentidos) para mi clase. Otro circuito y otros modos de relacionarme con la literatura.
No hay rutina que le pueda poner freno a esta posibilidad de ser traficantes de cultura.
No se trata de sugerir (imponer) prácticas mecanizadas yhomogeneizantes (por ejemplo: todos los textos se leen en el mismo sentido, todos los textos son iguales). Ni de transmitir resúmenes de saberes cerrados y consolidados (ilusiones cientificistas). Ni exponer el suplemento de información secreta que revela la insuficiencia del manual del alumno y reafirma, a la vez, el lugar de saber del docente.
El Manual: ámbito para la conservación, parece cumplir...