La tregua

Páginas: 280 (69820 palabras) Publicado: 19 de marzo de 2012
PRIMO LEVI














La tregua


Título de la edición original: La tregua
© Giulio Einaudi, Editore, 1963
La primera edición en castellano de esta obra se publicó
en la colección Literatura en 1988


Primera edición en esta colección: noviembre de 2001
Segunda edición: diciembre de 2005
© de la traducción: Pilar Gómez Bedate, 1988® de esta edición: Grup Editorial 62, S. L. U.
El Aleph Editores
Peu de la Creu, 4, 08001 Barcelona
correu@grup62.com
www.grup62.com


Fotocompuesto en Víctor Igual, S. L.
Impreso en Novagráfik, S. L.,
Pol. Ind. Foinvasa,
Vivaldi, 5, 08110 Montcada i Reixac.
ISBN: 84-7669-458-X
Depósito legal: B. 41.049-2005Soñábamos en las noches feroces
Sueños densos y violentos
Soñados con el alma y con el cuerpo:
Volver; comer, contar lo sucedido. Hasta que se oía breve sofocada
La orden del amanecer: «Wstawać»;
Y el corazón se nos hacía pedazos.


Ahora hemos vuelto a casa,
Tenemos el vientre ahíto,
Hemos terminado de contar nuestra historia.Ya es hora. Pronto escucharemos de nuevo
La orden extranjera: «Wstawać».






11 de enero de 1946

El deshielo



En los primeros días de enero de 1945, bajo el empuje del Ejército Rojo, ya cercano, los alemanes habían evacuado apresuradamente la cuenca minera silesiana. Mientras en otras partes, en circunstancias análogas, no habían dudado en destruir asangre y fuego los Lager con todos sus ocupantes, en el distrito de Auschwitz actuaron de distinta manera: órdenes superiores (a lo que parece dictadas personalmente por Hitler) imponían la «recuperación», costase lo que costase, de todos los hombres que pudiesen ser capaces de trabajar. Por ello, todos los prisioneros sanos fueron evacuados, en condiciones espantosas, hacia Buchenwald y Mauthausen,mientras los enfermos fueron abandonados a su destino. Varios indicios permiten deducir la primera intención alemana de no dejar ni un hombre vivo en los campos de concentración, pero un violento ataque aéreo nocturno, y la rapidez del avance ruso, indujeron a los alemanes a cambiar de opinión, y a emprender la huida dejando incompletos su deber y su obra.
En la enfermería del Lager deBuna-Monowitz habíamos quedado ochocientos. Cerca de quinientos murieron de sus dolencias, de hambre y de frío, antes de que llegasen los rusos, y otros doscientos, a pesar de los cuidados recibidos, durante los días inmediatamente posteriores.
La primera patrulla rusa avistó el campo hacia mediodía del 27 de enero de 1945. Charles y yo fuimos los primeros en divisarla: estábamos llevando a lafosa común el cadáver de Sómogyi, el primer muerto de nuestros compañeros de habitación. Volcamos la camilla sobre la nieve sucia, porque la fosa estaba llena ya y no había otra sepultura: Charles se quitó el gorro, saludando a los vivos y los muertos.
Eran cuatro soldados jóvenes a caballo, que avanzaban cautelosamente, metralleta en mano, a lo largo de la carretera que limitaba el campo.Cuando llegaron a las alambradas se pararon a mirar, intercambiando palabras breves y tímidas, y lanzando miradas llenas de extraño embarazo a los cadáveres descompuestos, a los barracones destruidos y a los pocos vivos que allí estábamos.
Nos parecían asombrosamente corpóreos y reales, suspendidos (la carretera estaba más en alto que el campo) sobre sus enormes caballos, entre el gris de lanieve y el gris del cielo, inmóviles bajo las oleadas de viento húmedo y amenazador del deshielo.
Nos parecía, y era así, que la nada llena de muerte en que dábamos vueltas desde hacía diez días había encontrado su centro sólido, un núcleo de condensación: cuatro hombres armados, pero no armados contra nosotros; cuatro mensajeros de paz, de rostro rudo e infantil bajo los pesados cascos...
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