la triste historia del pascola cenobio

Páginas: 6 (1451 palabras) Publicado: 18 de marzo de 2013
LA TRISTE HISTORIA DEL PASCOLA CENOBIOEL DIOSERO Francisco Rojas González
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Cenobio Tánori vivía en Bataconcica; joven y galán, ―estimado de los
hombres y amigo de las mujeres‖, el yaqui gustaba lucir su arrogancia en ferias,
festividades y velorios, donde hacía gala de sus aptitudes para la danza. Fama
era de que en toda la región no había con quien se le comparara en el arte debailar, de bailar las danzas ásperas, rigurosas y ancestrales… Para Tánori no
había mayor gloria que lucirse en los airosos saltos del ―pascola‖, sacudiendo
como joven bestia las pantorrillas forradas con los vibrantes ―ténavaris‖, que
son especie de cascabeles de oruga o de capullos. Era placer para todos admirar
la gracia y la donosura con que Cenobio Tánori, con el rostro cubierto porhorripilante máscara caprina, arañaba con los dedos de sus pies desnudos la
pista de tierra suelta y recién regada, cubierta en veces por pétalos de rosas o
por verdura cimarrona, al compás de la melodía pentafónica nacida de la flauta
de carrizo y cómo su torso hercúleo y desnudo se cimbreaba, se estremecía, a
imitación del animal revivido en sus instantes más emotivos: el coraje, el
miedo,el celo, mientras la sonaja de discos en la izquierda del danzarín se
acomodaba al ritmo punteado del redoblante, instrumento capital en la música
que acompañaba a la coreografía totémica.
El arte no ha sido pródigo para quien lo ejerce; las intervenciones de
Tánori tenían por lo general flaca recompensa: una humeante y olorosa cazuela
de ―guacavaqui‖, un trozo de carne de res asada enbrasas, un par de tortillas de
harina de trigo suaves y calientes y un puñado de cigarrillos de tabaco negro y
picante… Eso, aparte de las sonrisas y de las caídas de ojos, de los guiños con
que las mujercitas pretendían atraerse la atención de aquel bohemio silvestre, de
aquel esteta rústico y arrogante.
De pueblo en pueblo, de feria en feria, iba Cenobio Tánori llevando su
alegría. Lomismo pespunteba un ―pascola‖, que ejecutaba las prolongadas y
bulliciosas danzas de ―El Venado‖ o ―El Coyote‖, ambas de primitivo origen,
bárbaras y bellas como el ambiente, como el ambiente verde azul, como la
vegetación agresiva y hermosa que rodeaba la plazuela del villorio donde se
celebraba el festejo: Babójori o Tórim, Coraspe o El Baburo…
Pero un día, ya estaba escrito, la vidadel vagabundo quedó prendida…
Fue en su mismo pueblo, en Bataconcica, donde el pensamiento, donde la
voluntad del trotamundos quedó liada, como copo de algodón entre las espinas
de un cardo, de las pestañas ―chinas‖ y tupidas de un par de ojazos café
oscuros, traviesos e inquietos, los ojos de Emilia Buitimea, aquella muchacha
pequeña y suave, que logró pescar para sí lo que tantoanhelaban todas las
jóvenes yaquis en edad de merecer: a Cenobio Tánori, el ―pascola‖ garrido y
orgulloso.EL DIOSERO Francisco Rojas González
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Pronto se habló de los dos juntos: de la Emilia y de Cenobio. ―Buena
pareja‖, comentaban los viejos… Mas las ancianas, con los pies mejor hincados
en la tierra, se aventuraban por el comentario realista: ―Lástima que Cenobio
ande tan flaco de labolsa… ¿Si llueve con qué la tapa?‖ O bien el optimista
augurio: ―El suegro, Benito Buitimea, es rico y sabrá ayudar al muchacho.‖
Pero Cenobio Tánori seguía siendo orgulloso y ―echado pa‘tras‖, a pesar
de estar enamorado: él nunca consentiría en vivir a costillas del suegro… Jamás
sería un arrimado en la casa de su futura.
Tales determinaciones cuesta mucho sostenerlas; dígalo si no CenobioTánori el danzante, quien se olvidó de ferias y holgorios en busca de lo esencial
para una boda, si no rumbosa, por lo menos digna de la condición de Emilia
Buitimea.
Animoso y decidido vemos a Tánori colgar para siempre sus amados
―ténavaris‖ para contratarse como peón; trabajar tras de la yunta que pujaba en
la tarea de abrir brechas en la tierra pródiga y profunda del ―Valle del...
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