La universidad

Olav Roots amaba su Oldsmobile verde de robustas proporciones, aunque dicen que la conducción -de vehículos- no era uno de sus talentos. Por eso, cuando el maestro tomó carretera rumbo al Salto delTequendama con el compositor Ígor Stravinsky como
copiloto, fue toda una aventura.

"Le hacían broma que siempre tomaba la línea amarilla por el centro del carro", recuerda hoy Astrid Ratnik, laviuda del director estonio de cuyo nacimiento se conmemorarán mañana 100 años.

Hoy podría parecer fruto de un mito que un compositor como Stravinsky, uno de los más destacados del siglo XX, hayaestado en Colombia, pero todo fue gracias a la gestión de Roots, quien fue el adalid de una época dorada de la Orquesta Sinfónica Nacional, a la que levantó de su letargo y dirigió durante 22 años, desde1952 hasta el día de su muerte, en 1974.

Roots había llegado a Colombia como director titular por un año, gracias al contacto del entonces primer violín de la orquesta, Hubert Aumere, quien tambiénera estonio. Los Roots se habían visto obligados a salir de su país cuando fue ocupado por los rusos: "Era un tema que le dolía mucho (al maestro), no le gustaba hablar de ello", evoca su viuda.Al llegar, el director encontró una orquesta en la que aún estaban pendientes por hacerse muchas cosas y que no tenía el nivel apropiado, estaba en su etapa primaria.

Cuando vio todo lo que habíapor hacer, decidió quedarse el resto de su vida.

Entonces, la secretaría cultural le dio al director la posibilidad de traer a más músicos internacionales que estarían destinados a compartir susenseñanzas con los locales. Las condiciones eran favorables entonces: "El peso era casi como el dólar y
además había acabado la guerra en Europa, entonces era fácil conseguir músicos que quisieranvenir", recuerda Ratnik. La misión de búsqueda de talentos en el Viejo Continente fue entonces adelantada por los maestros Guillermo Uribe Holguín y José Rozo Contreras.

"Él era muy pujante y quería...