la ventana

Páginas: 15 (3535 palabras) Publicado: 3 de abril de 2014
LA VENTANA
Germán Sánchez Espeso

No sé si comenzar por describir la habitación del hospital o las dos niñas que la ocupaban. Acaso cabe hacer ambas cosas al mismo tiempo, pues los rostros de las niñas participaban de la blancura de las paredes, las colchas de hilo y la mesita de noche que se hallaba entre las dos camas; o eran los objetos los que estaban impregnados de la mortal palidez delas niñas. Parecía como si aquellas dos cabecitas estuvieran dibujadas en las almohadas o como si estuvieran hechas de la misma sustancia que la habitación del hospital.
Sus nombres eran Marta y Juanita. No dudéis de que aquellas dos niñas eran más bonitas que las demás niñas. Quizás su belleza era prestada, pues se sabe que la proximidad de la muerte, que a los viejos afea, embellece a las niñas.Marta había nacido con el corazón cansado, una enfermedad que aún no tenía un nombre, pero que los médicos echaron en el saco de las "esclerosis". Eso poco importa. El caso es que los médicos la mantenían viva con inyecciones diarias, masajes y corrientes eléctricas.
Pero la vida de Marta dependía sobre todo de un frasquito de píldoras que estaba siempre sobre la mesita de noche. Cuando notabaque se le paraba el corazón, tenía que andar lista para echarse a la boca una píldora de aquellas. Resultaba engorroso, pero vivir era lo principal. Únicamente aquel frasquito con píldoras encarnadas y un libro de cuentos lleno de color cobraban alguna realidad en aquel universo inconsistente.
A Juanita, en cambio, no le importaba morirse. Nadie sabe lo que es notar que el mal te va trepandopoco a poco por las piernas. Es como si te fueras hundiendo despacito en arenas movedizas. La parálisis ya le llegaba a la cintura y, hoy por hoy, no había forma de detener el proceso criminal en aquel cuerpecito desvalido. Juanita tenía cerrado el horizonte, como se dice.
La noche que trajeron a Juanita, Marta dormía. Juanita se despertó muy temprano. El dolor de huesos no le permitía dormir largotiempo. Además, ya entraba luz por la ventana.
La habitación tenía una sola ventana que estaba junto a la cama de Marta. Una luz que ya era blanca antes de atravesar los cristales, iluminaba la cara de Marta y su muñeca. No he dicho que Marta tenía una muñeca que cerraba los ojos y que alguna vez también tomaba píldoras, pues las muñecas de las niñas que padecen del corazón se fatigan a menudo.— ¿Cómo se llama? —preguntó Juanita.
Marta se despertó y se sentó en la cama para contemplar mejor a su nueva compañera. Estupendo. Llevaba mucho tiempo sola. Aquella cama había estado vacía desde que se llevaron a Luisa, la niña que le dejó la muñeca antes de morirse.
— ¿Cómo se llama? —volvió a preguntarle Juanita, señalándole la muñeca.
—Luisa —repuso Marta con cierto orgullo. Por los ojoscon que la nueva niña la miraba, debía estar muy envidiosa de su muñeca—. Luisa no debe levantarse de la cama porque se fatiga —añadió—. Pero si quieres, puedes venir a jugar con ella.
—Ahora no —respondió Juanita—. No me gusta levantarme temprano de la cama.
Aquella mañana pasaron por allí los médicos vestidos de blanco y las enfermeras con las inyecciones. Todos sonrieron a las niñas y lesdijeron que se portaran bien. Juanita no quería que la cuidasen. Solo quería estar sola. En toda la tarde no dirigió la palabra a su compañera y, por la noche, se durmió temprano.
La despertó un extraño ronquido, como de alguien que respiraba con dificultad. Tiró del cordoncito de la luz y vio a su compañera precipitarse sobre el frasquito de píldoras que estaba en la mesita de noche.
— ¿Qué teocurre? —preguntó Juanita.
—Me ahogo —respondió Marta—. Pero no te asustes. Se pasa pronto.
Permanecieron despiertas largo rato. Juanita aguardó a que la respiración de Marta se apaciguase, para preguntarle:
— ¿Te sucede muchas veces?
—Oh, no —repuso Marta con cierta rotundidad, como quien rechaza una ofensa.
— ¿Y te duele mucho?
—Vamos a dormir —respondió Marta, a la que no le...
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