La vida no tiene nombre
Las tierras del este son prodigas en caña de azúcar y yerba para el ganado. Son tierras donde los hombres no tenemos ni siquiera precio; donde los hombres trabajamos como animales, de sol a sol, por unos cuantos centavos americanos. Para mí, que en estas tierras uno ya ha perdido hasta la conciencia, porque cada familia tiene miedo de sus vecinos debido al terror queimplantan los invasores con la fuerza de sus fusiles máuser y sus ametralladoras. Ellos han establecido sus leyes a fuerza de ahorcamientos y balazos. Todos los respetamos, o mejor dicho casi todos.
Antes este país fue de los españoles. Contaban los viejos de mi campo lo mucho que se tuvo que pelear para echarlos fuera. Los dominicanos somos como la caña de azúcar, tenemos la sangre dulce yparece haber quienes tienen siempre la necesidad de chuparnos como bagazos.
A mi ni siquiera tienen que decírmelo. Yo estoy aquí con una gran llaga en una pierna y espero de un momento a otro el pelotón de fusilamiento de la guardia nacional.
Las tropas de los gringos recorren en mulos y caballos los innumerables caminos que se pierden entre los cañaverales y bateyes.
Ellos son de un país quese llama los estados unidos. Un país que a pesar de su nombre no quiere unirse a nosotros y ayudarnos, sino darnos maltrato y mala vida.
Llegaron un buen día los marines de estados unidos y oí decir que un tal mister knapp tenía la muñeca fuerte, es decir: era capaz de meter en cintura al más pintado. Yo no lo conocí; solo he oído mencionar su nombre, les juro que lo que dicen de el pareceverdad: por muertes y atropellos no se paraba el mister knapp les partía el pescuezo a muchos infelices, y dicen que se reía cuando le informaban que uno de nosotros había caído en garras de los marines.
Dentro de poco me enfrentare, así y todo, al pelotón de fusilamiento. Como nunca me he enfrentado a uno me siento nervioso. Es natural. No soy militar, soy un simple patriota retirado, así es queel dolor de la pierna y los golpes, unido a la ignorancia, me hacen sentir así, a pesar de que he presenciado como las balas de los fusiladores han acabado con la vida de algunos de mis amigos.
Me duelen los ojos. Han pasado varios días desde que estoy aquí. La verdad pura y llana es que vine al mundo con el plan de joderme metido entre una ceja y la otra: primero guerrillero y despuéscriminal.
Tengo una hermana llamada santa. Quisiera escribirle una carta y ni animo tengo para hacerla. Me ha dado con recordar mi infancia, que la mayoría de las veces aturde, aunque otras me producen alergia.
La tierra donde vivíamos, muy cerca del seibo, estaba dedicada al ganado, porque a mi papa le gustaba eso de la ganadería y vivía metido entre los potreros y las vacas, de aquí para allá y deallá para acá. No se cansaba nunca el viejo, y soñaba únicamente con sus yeguas y sus sembrados, sus becerros y todas esas vainas que al fin al cabo le joroban a uno el corazón y lo convierten en un desgraciado de marca mayor.
Yo dizque era feliz. Después de mucho tiempo me di cuenta de que ser feliz es de las cosas más difíciles.
Cuando regrese por última vez, hace solo unos días, todoestaba diferente. No pensaba que una hacienda podía cambiar tanto en tan pocos años. Me sorprendí de ver aquello. El pasto había desaparecido, y la tierra pelada como la cabeza de un guardia nacional hervía calentada por el sol.
La casa daba asco. Un montón de basura; rota, sucia, grimosa, llena de mugre. Que casa‼... pero allí vivía gente todavía. Por eso pude cometer el crimen.
Fremio fue delos que ayudaron al capitán harrison a baquetear a Felipe cruz, y fue de los que le metieron un cubo de agua por un embudo al mayoral de la capulina, Juan remedios, un pobre negro que no era capaz ni de matar una garrapata.
Yo vi la casa y me dieron fuertes ganas de acabar de reventarla. Esa maldita casa!
Fremio, mi hermano, no quería saber de mí. Nunca le caí bien y es natural que el...
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