LA VIDA PROFESIONAL DEL CREYENTE Y SU TESTIMONIO PARA CRISTO EN EL MUNDO (W. KELLY)
Tanpronto como uno busca vincular estos esfuerzos con la dignidad de una profesión, y los considera como algo de honor a los ojos de los hombres, el testimonio dado a la gloria de Cristo resulta imposible. Sin duda que la gracia de Dios puede llamar a su servicio a individuos activamente ocupados en profesiones que son de alta estima a los ojos del mundo. Sabemos, desde luego, de personas que hansido así llamadas por Dios en el momento mismo en que empezaban una de estas carreras tan altamente estimadas para el corazón natural, o que ya estaban plenamente dedicadas a ellas. Hemos visto también a otros, en circunstancias similares, demostrar una gran simplicidad de corazón. No estoy diciendo ahora que sea algo malo tener lo que los hombres llaman una profesión. Mas, a la luz de la gloriacelestial de Cristo, juzgo el espíritu en el cual se halla organizado todo lo que está en el mundo; y quiero advertir a los hijos de Dios contra la vanagloria de los hombres respecto de estas cosas, contra el deseo y la ambición detrás de las distinciones terrenales, contra la desmedida estimación de las cosas que llevamos a cabo para nosotros y para nuestra familia, tanto en pensamientos como ensentimientos, conforme a la buena opinión que el mundo tiene de ellas.
Así como Cristo dijo que su hora aún no había venido (Juan 2:4), así tampoco ha llegado la nuestra. Si le pertenecemos a Él, no tenemos nada que ver, en lo más mínimo, con la gloria de este mundo. Tened por seguro que esos honores no son sino una deshonra para un hijo de Dios. Poco importa lo grande que sea el galardón que elmundo ofrece; ¿qué necesidad tenemos de él? ¿Acaso no son “nuestras todas las cosas” (1.ª Corintios 3:21-23)? ¿No habremos de “juzgar al mundo e incluso a los ángeles” (1.ª Corintios 6:2-3)? Por lo demás, sabemos que estas cosas terrenales llevan a menudo sobre sí la misma impronta de su propia futilidad e intrascendencia, a tal punto que hasta los sabios de este mundo admiten que el bien consistemás en perseguir que en alcanzar el objeto de nuestros deseos. ¿Quién no sabe que para algunos hombres, obtener la tan ansiada «cinta de condecoración» o el «diploma» es la mayor recompensa que jamás haya podido obtener por los esfuerzos de toda su vida? ¡Éstos, sin embargo, son considerados hombres sensatos! ¿Qué no harían o no padecerían los más nobles o los más ricos de los hombres paraobtener y lucir la insignia de alguna de las órdenes caballerescas?
Permitidme, pues, insistir sobre la importancia para el cristiano (en cualquier actividad que emprenda, ya para él, ya para los suyos) de mantenerse constantemente en guardia en cuanto al mundo, y de fijar la mirada en Cristo en el cielo. Lejos está de mí el absurdo pensamiento de que el cristianismo impone que todos los creyentesbusquen una uniformidad de ocupación. La fe no se manifiesta necesariamente por el abandono de una profesión, si uno puede permanecer con Dios en esa actividad, ni por la búsqueda de una profesión que esté enteramente fuera de nuestras aptitudes. Esto no es fe, sino insensatez. Mas dándole a todo esto la importancia que merece, permitidme insistir en el hecho de que si hemos de hacer una...
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