La Vida
Los devotos de la Virgen de la Mimbralera, en Villafán, no olvidarán nunca el día señalado en que la vieron por última vez adornada con sus joyas y su mejor manto y vestido, y con la hermosa cabeza sobre los hombros, ni la furia que les acometió, al enterarse del sacrílego robo y la profanación horrible de la degolladura.
Todos los años, el 22 de agosto, celébrase en la iglesia de laMimbralera, que el vulgo conoce por «la Mimbre de los frailes», solemne función de desagravios.
La Mimbralera había sido convento de dominicos, construido, con espaciosa iglesia, bajo la advocación de Nuestra Señora del Triunfo, por los reyes de Aragón y Castilla, en conmemoración de señalada victoria. La imagen, desenterrada por un pastor al pie de una encina, no lejos del campo de batalla, yofrecida al monarca aragonés la víspera del combate, fue colocada en el camarín, que la regia gratitud enriqueció con dones magníficos.
Aunque relegada al pie de la sierra, en paraje bravío y montuoso, próxima solamente a un pueblecillo de escaso vecindario, la iglesia del Triunfo gozó de universal nombradía, y la fama de la milagrosa Virgen, extendiéndose fuera de la región, cundió por Españaentera. Más de un rey, de la trágica dinastía de Trastámara o de la melancólica dinastía de Austria, vino a la Mimbralera en cumplimiento de voto, en acción de gracias por algún favor obtenido del cielo mediante la intercesión de la Virgen del Triunfo, dejando, al marcharse, acrecentado el tesoro con rica presea. Las reinas, no pudiendo ir en persona, enviaban de su guardajoyas arracadas, ajorcas,piochas, tembleques y collares; y doña Mariana, madre de Carlos II, queriendo sobrepujarlas a todas, regaló el incomparable manto, de brocado de oro con recamo de esmeraldas y gruesas perlas, amén de infinitos hilos de aljófar; una red de hilos, que recordaba el rocío de la mañana sobre los prados, y que al salir la imagen en procesión, se soltaban y eran recogidos piadosamente por los devotos en uncuenco, ya destinado de tiempo inmemorial a este uso.
El amor del pueblo de Villafán había salvado del saqueo este manto célebre y el resto del tesoro de la Virgen, en la época de la exclaustración; y el día 21 de agosto, fiesta de la Mimbralera, la imagen, luciendo completas sus alhajas, bajaba del convento al pueblo, seguida de inmenso gentío venido de toda la sierra. Descansaba en la plazaMayor y se recogía a su camarín antes de ponerse el sol, permaneciendo en él, engalanada y ataviada, hasta el amanecer del siguiente día, hora en que la camarera, ayudada por dos mozas de lo mejor del lugar, iba a desnudar a la Reina del cielo, recoger sus preseas y vestimenta y sustituirla por la ropa de diario.
El año del robo, memorable en los humildes anales de Villafán, al entrar la camarera-esposa del juez municipal, señora de mucho visto- en el trasaltar, y subir las escaleras que conducen a la plataforma donde se apoya la peana de la imagen, por poco se cae muerta.
La efigie estaba despojada, sin manto ni joyas, sólo con la túnica interior de tisú. Y, detalle espantoso: estaba decapitada. La cabeza, serrada a raíz de los hombros, más abajo del sitio donde se atornillaba lagargantilla de piedras preciosas, había desaparecido.
Media hora después, el pueblo entero, frenético, delirante de indignación, invadía la iglesia, y los comentarios y las hipótesis principiaban a hervir en el aire. Alcalde, secretario, médico, juez, párroco, sargento de la Guardia Civil, cuanto allí representaba la autoridad y la ley se reunía para deliberar. Era preciso descubrir a los malhechores,sin pérdida de tiempo, porque de otro modo el vecindario de Villafán haría una que fuese sonada. Ya, sobre el desesperado llanto del mujerío, se destacaban las voces amenazadoras de los hombres, los tacos, las interjecciones y las blasfemias, y las manos, vigorosas, se crispaban alrededor del garrote, o requerían, en las vueltas de la faja, la navaja de muelles.
Dos cosas interesaban mucho:...
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