La Vida
TAL VEZ la más citada afirmación de Swedenborg es: «Toda religión tiene relación con la vida, y la vida religiosa es hacer el bien.» Lo que se ha dicho en los capítulos anteriores acerca de la vida nos capacitará, pues, para interpretar correctamente este aforismo; pero recapitulemos gracias a la claridad. En su origen, la vida es divina e increable. Influye y anima todas lascosas vivientes, pero es recibida por cada cual solamente de acuerdo con su naturaleza inherente y adquirida. Por tanto, presenta en sus manifestaciones en ambos mundos —el espiritual y el natural— los fenómenos característicos de la categoría a que pertenece el recipiente, con diferencias individuales. La peculiaridad y dignidad de la vida humana —aquello que distingue al hombre de otros seresvivientes y lo capacita para entrar en el cielo— es que pueda reconocer como divino este influjo de vida y ponerse en armonía con él.
De este concepto general de la vida se deduce que en la mente humana han de existir como vasijas aptas para recibir la vida divina y canales por los cuales puede distribuirse a todas sus facultades. Únicamente cuando todo su ser —desde lo más recóndito, donde la vidadivina tiene su primer acceso a su naturaleza, hasta las facultades mediante las cuales controla los movimientos del cuerpo— ha alcanzado alguna semejanza con lo divino» puede la vida divina influir en él sin ser pervertida o tergiversada. Siendo Dios el amor y sabiduría infinitos, han de existir en el hombre órganos espirituales por vía de los cuales puedan recibirse estas dos esencias en gradofinito. Estos receptáculos y órganos son la voluntad y el entendimiento, formados para recibir, respectivamente, la vida del amor y la de la sabiduría. Pero así como estas dos esencias de la Naturaleza son, como lo expresa Swedenborg, «distintamente una» —formando una unidad, aunque sin perder su carácter distintivo—, en el hombre la voluntad y el intelecto deben constituir una unidad. Los efectosde la voluntad han de unirse con las correspondientes verdades del entendimiento, mediante los cuales sólo puede dirigir la voluntad de hacer el bien hacia actos verdaderamente beneficiosos. A esa unión indisoluble de los afectos de la voluntad con las percepciones de la verdad en el entendimiento, Swedenborg la llama «el matrimonio celestial» y es el hecho esencial en la regeneración del hombre.El propósito de la vida en el mundo es alcanzar ese matrimonio celestial; o si las circunstancias no lo permiten, al menos echar los cimientos para su realización en la otra vida. El valor de los servicios que uno pueda ofrecer a los demás —y, por tanto, al Señor— está determinado por el grado en que sus afectos se afianzan en el amor al bien o al servicio y en que ese amor se esclarece conabundantes verdades.
Por consiguiente, en la frase arriba citada, «vida» no se refiere solamente al comportamiento externo, sino también a toda la existencia consciente de una persona. «Obrar el bien» no significa la mera ejecución de actos benévolos, sino tener presente la utilidad o el bien en todo lo que se hace. La religión no intenta regular un solo compartimiento, sino todo el conjunto.
La«vida religiosa», tal como se exhibe en su desarrollo final y relativo perfeccionamiento en el cielo, presenta una variedad infinita. Ningún ángel la manifiesta en forma exactamente igual a otro. Sin embargo, las cualidades principales que constituyen la vida celestial pueden precisarse. El que la goce deberá:
Concebir a Dios como un Ser Divinamente Humano, que posee el amor y la sabiduría infinitos.Querer obrar el bien por el bien mismo, sin idea alguna de recompensa.
Dotar su mente de verdades que correspondan a la bondad de sus afectos y sean adecuadas a sus necesidades.
Poseer la inocencia.
Estar libre de la idea de que el poseer alguna verdad implique en él mérito alguno.
La primera condición es esencial, porque el pensamiento de Dios penetra en la mente humana en la medida en...
Regístrate para leer el documento completo.