La vieja transilvania de los poetas

Empiezo a pasar en limpio infinitos poemas, entradas y cuentos de variopintas épocas (Proyecto de vida). Sin orden, por cuaderno que encuentro (El hacedor, inhace). Para convidar a mis amigos con unbocado de mi terrible sombra y a veces con un crocante sol de la mañana (Tras las huellas de Terpsícore)Me propongo crear de nuevo el mundo pero las cosas se me escapan. Agrego objetos sencillos,trato de crearlo con muy poco: un juego de ajedrez (El ajedrez), una bolsa de comida de perro y un perro, los ojos de Elsa, mi compañera, y casi nada más. Mas en el momento en que reúno todo eso, sederrumba. Me digo: el ajedrez tiene que irse, es superfluo. Después me digo que debería irse la bolsa de comida para perros y, sin comida, irse también el perro. Mi mundo queda sencillísimo formadosolamente por los ojos de Elsa. Son dorados y casi nunca me miran (Los no mundos).La poesía hace surgir al santo, al criminal, al moralista, a la doncella que se alberga en el alma del que escribe y hastaextrae de ella aquello que tal vez no existe. Las palabras pasean por una corriente de vendaval desconocido y pescan otra onda de imágenes. Nunca sabremos a qué inteligencia, a qué amor, a qué asesinole hemos saqueado por un momento el alma.

Transilvania es la tierra de cualquier nacido que haya envejecido lo suficiente… (Vampiros: los Moradores de las Tinieblas).
Cualquier castillo imaginadoen la vejez, con impudor y hechicería, es un canto que cantan los gigantes más altos más arriba, dedicándolo a aquellos que no tienen escaleras para subir o bajar por esos días.
Con una estaca o conun golpe de suerte los vampiros mueren como los hombres, pero ese castillo está erigido para siempre en todos los corazones y entrelazado a la razón.
No tengan miedo, es el castillo de Transilvaniaque se levanta en cada uno de nosotros; si se acercaran verían la sangre y la nieve como rosas quietas, y es esto, la quietud, la que hace de él un edificio digno.
No tengan miedo de los pasos que...