La Virgen Del Cuadro
Era la mañana del 9 de mayo de 1636. Ya habían transcurrido sesenta y tres años desde que Don Juan de Garay fundara la ciudad de Santa Fe. La mañana de aquel 9 de mayo, en las toscas iglesias de gruesos muros de barro, concluían las misas, y los santafesinos se dirigían rumbo a sus tareas. Los hombres a sus chacras en los alrededores, las mujeres a sus labores de la casa.En el templo de la Compañía de Jesús, edificado sobre el costado este de la Plaza Mayor a partir de 1610, un sacerdote oraba arrodillado frente a un altar ubicado al lado de la Epístola. Sobre el mismo, a modo de retablo, se destacaba un lienzo pintado con la imagen de la Virgen inmaculada. El padre Pedro de Helgueta, levantó su vista para contemplar el cuadro que poco tiempo atrás habíaencomendado a un hermano de su Orden.
Ante lo que veía, el rostro del sacerdote pasó de la contemplación al asombro, tras intuir que estaba frente a algo más que un efecto de la humedad ambiente. Desde la mitad de la imagen, prácticamente desde la cintura de la Virgen hacia abajo, brotaban gotas de agua que se unían formando hilos brillantes, los que descendían serpenteando por la superficie, yfinalmente goteaban mojando la mesa del altar. Helgueta humedeció un paño con aquel líquido y comprobó que continuaba brotando cual milagroso manantial o sudor inagotable.
El número de los testigos fue creciendo tanto como el tenor de las exclamaciones y comentarios que despertaba el fenómeno. Muchos se persignaban y algunos daban gracias a Dios por aquello que no parecía ser otra cosa que un prodigiosobrenatural.
A los pocos minutos, ingresó al templo el Licenciado Hernando Arias de Mansilla, Cura y Vicario; el Teniente de Gobernador y Justicia Mayor, Don Alonso Fernández Montiel; el General Don Juan de Garay – hijo del fundador de la ciudad - ; el Maestre de Campo, Don Cristóbal de Sanabria, y otros capitanes y vecinos importantes, el padre Helgueta tuvo la serenidad suficiente como parapensar en las consecuencias posteriores de lo que estaban viendo, y de inmediato solicitó asentar el suceso por escrito. El Teniente de Gobernador, de acuerdo con la idea, ordenó la presencia del Escribano del Rey, Don Juan López de Mendoza.
En medio de los clamores del ya nutrido grupo, Arias de Mansilla se subió a una silla y tocó el lienzo, procurando contener los hilos de agua que descendían.El líquido continuaba manando copiosamente, y los finos cursos cambiaban de dirección al contacto con la mano. Trajeron algodones y trozos de tela, y se los alcanzaron presurosos al Vicario, quien los humedeció uno tras otro, apoyándolos sobre la pintura y repartiéndolos entre los numerosos fieles presentes. Hubo tiempo de ordenar el repique de las campanas del templo, convocando a toda lapoblación que aún podía estar ajena al acontecimiento. Mientras tanto, el escribano mayor, instalado en una mesa próxima, asentaba lo presenciado en un acta, lo que finalmente rubricaron los testigos más importantes.
Algo más de una hora después de su descubrimiento, el líquido cesaba, dejando en muchos la sensación de haber presenciado un signo divino. En los meses y años posteriores, el milagro serenovaría en ellos y entre sus descendientes, al atribuirse numerosas curaciones y favores a la Virgen, sea por ruegos ante su imagen o directamente por el empleo de los algodones mojados por el “sudor milagroso” y sus efectos posteriores terminaron por bautizar popularmente a la imagen como “Nuestra Señora de los Milagros”.
Esta imagen, los documentos que describen el suceso y las reliquiasguardadas por generaciones constituyen, por sí mismos, un valioso patrimonio material. La imagen se constituye en un símbolo de la vigencia de la Fe en la comunidad santafesina a lo largo de los siglos.
Para los jesuitas argentinos, Nuestra Señora de Los Milagros es considerada una imagen rectora, que abarca con su figura la experiencia evangelizadora del período colonial rioplatense.
En Santa Fe,...
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