la vivencia estetica
Hagamos un poco de fenomenología de nuestra experiencia estética contemplativa; de esa experiencia sobre la que no solo los artistas (que también son contempladores de su propia obra), sino todos los hombres, tenemos algo que decir. ¿Qué ocurrió en nosotros cuando, escuchando la Tocada y fuga de Bach, nos sentimos absortos y encantados? ¿Qué ocurrió cuando, al términode aquel oscuro corredor del Musep de Louvre, contemplamos radiante, esplendida, luminosa, a la Venus de Milo?
1. UN ACUERDO ENTRE LOS SENTIDOS Y EL ESPIRITU.
Protagonistas de esa experiencia fueron nuestros oídos y nuestros ojos. Nuestra vivencia estética comienza en el sentido, y nunca se desliga de ella. Si cerramos los oídos, la música de ojos, el blanco fantasma de la Venus solo sugiereimágenes vagas, reflexiones más que visiones, remembranzas de goces pretéritos. Lo que llamamos Bello es eso que impresiona nuestros sentidos, eso que empieza cautivando los ojos y el oído produciendo sensaciones deleitosas en nuestro aparato muscular.
Tan ligada a lo sensible está esta experiencia, que algunos han intentado reducir el goce estético a una reacción puramente orgánica. Grant Allendefinia lo bello como aquello que provee a nuestro sistema nervioso de un máximo estimulo con un mínimo de gastos en procesos no vinculados a las funciones vitales e intentaba explicar por causas orgánicas la superioridad atribuida a la vista y al oído como fuentes de placer comparados con los sentidos inferiores. También William James pretendió explicar la emoción estética por el conjunto desensaciones orgánicas que ciertas percepciones desencadenarían por vía de reflejo (No lloro porque estoy triste, sino que estoy triste porque lloro; en un capítulo dedicado a las emociones delicadas (The subtler emotions), morales, intelectuales y estéticas, pretende mostrar que es en la sensación donde reside la fuente originaria de las emociones agradables que inconsideradamente creemos vinculadasa la representación misma. Otros han insistido en sensaciones dinámicas. La emoción musical, por ejemplo, no sería sino la repercusión cines tética de la música. Bergson descubría, con razón, en el origen del sentimiento de la gracia la percepción de una cierta facilidad de movimientos. Un mimetismo corporal interviene evidentemente en la música, en la danza y aun en la poesía, no estandoabsolutamente ausente del deleite procurado por la arquitectura, la pintura y la escultura.
Todo esto es verdad, pero no es toda la verdad. Al escuchar un nocturno de Chopin, no quedamos conformes si se nos dice que solo nuestros oídos han sido complacidos. Ante la belleza tenemos la conciencia de que son facultades profundas de nuestro yo las que quedan colmadas y que este hecho es precisa-mente loque caracteriza el placer de la belleza discriminando a lo de otros deleites sensibles, y por eso aceptamos la distinción que Kant estableció entre lo agradable y lo bello. Las investigaciones de la psicología experimental han llevado a observadores imparciales al convencimiento de la impresionante trivialidad de las reacciones orgánicas producidas por intensas percepciones estéticas. La música.Por ejemplo, una de las artes mejor estudiadas a este respecto, se nos presenta como un poderoso excitante sensorial. Pero parece que, más que por sus formas propiamente tales, actúa por su intensidad y por su valor; y también por su valor efectivo, que, lejos de estar constituido precisamente por el desencadenamiento de sensaciones orgánicas, parece más bien ocasionarlas en parte. Por otraparte, las sensaciones cinéticas que pueden producirse en el que contempla una obra de arte tampoco puede servir para aclarar la naturaleza de la fruición estética. El contagio de los movimientos es un hecho trivial de simpatía instintiva que se producen en cualquier espectáculo apasionante, y más vigorosamente, por ejemplo, ante un partido de futbol y un math de boxeo que al escuchar una...
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