La voz del silencio

PRÓLOGO.

(Bahía de Algeciras, 25 de Abril de 1607)

¡Enviad a esos hideputas holandeses al infierno!- La voz del caporal Rodrigo Guzmán de Pizarro sonaba desgarrada al impactar el primer cañonazo hereje en el casco del San Agustín.
La carabela, era el buque insignia español a cargo de Eduardo Álvarez de Pulido, primogénito de don Juan Álvarez de Ávila, quién estabaal mando de la flota española. El galeón tenía una eslora entre diagonales, desde proa hasta popa, de cuarenta y cuatro pies aproximadamente, la eslora de la quilla era de treinta y cuatro, eso sin contar el enorme espolón que aumentaba con el bauprés unos diez más. La nave pesaba en torno a las novecientas setenta toneladas, quizás algo más, contaba con veintidós cañones de cuarenta y dos libras,diecisiete de veinticinco libras y diecinueve cañones menores en los puentes, como artillería pesada. Mostraba tres mástiles; de popa a proa: mesana, palo mayo y trinquete, y cada una alzaba banderas y gallardetes de la patria. El trinquete disponía de seis velas; la de foque, sobrejuanete de proa, juanete de proa, velacho alto o gavia de trinquete, velacho bajo y por último la vela de trinquete.El palo mayor llevaba otras seis; sobrejuanete mayor, juanete mayor, gavia, mayor y adjuntas a estas y al palo de trinquete estaban las dos velas de estay. El mástil de mesana era el más pequeño, pero aun así en el podían apreciarse otras cinco velas; sobrejuanete de perico, juanete de perico, sobremesana, vela cuadra de mesana y la vela cangreja de mesana. El espejo de popa era enorme y dejabaver la imagen del santo que le daba nombre al bajel. Su Alcázar estaba decorado con enormes festones y se tallaron minúsculas esculturas siguiendo la forma del bajel para cerrar el decoro. El castillo de proa era enorme y desde allí arriba la cubierta y el combés se apreciaban casi minúsculos. En los costados tenía pintados ribetes con colores vivos y color dorado el resto. Nadie imaginaba a esasalturas y a pesar de haber luchado hasta la extenuación, que aquel mosaico de colores y riquezas acabaría, cuatro horas más tarde, destruido y olvidado a la deriva en alta mar.
La marejada deslizaba olas que al romper contra los cascos de los galeones estallaban en regueros de espuma blanca y salada. El ataque de las provincias unidas de los Países Bajos, cogió por sorpresa a la armadaespañola, mientras fondeaba en la bahía de Algeciras. Los flamencos eran dirigidos por Jacob van Heemskerk que disponía de veintiséis barcos de guerra y cuatro cargueros que hacían trizas a los navíos españoles. Puestos a batirse, los nuestros eran, por demás, muy superiores, pero cualquiera atrapa fácilmente a una liebre abstraída por la espalda en una jaula. Los españoles éramos temidos por medio mundollegados a ese punto, y sucedía que bastaba cualquier pretexto para pretender arrebatarnos aquello que era nuestro, y lo era porque -con demasiada codicia- toledana en mano nadie amanecía más temprano al adversario que nosotros. En fin que los herejes eran más en número -sumaban cinco bajeles más que los de don Juan Álvarez de Ávila, y cinco por encima era hablar demasiado- pero no en coraje niagallas, aunque en determinadas ocasiones por la boca muere el pez. El Aeolus -buque insignia flamenco- campaba a sus anchas en mares españoles, se erguía poderos rompiendo, con la quilla, el mar de nuestra patria. Van Heemskerk había depositado cinco de sus naves en la boca de la bahía con el propósito de taponar la posible escapada de los galeones Españoles en caso de retirada, venían con la furiaen los colmillos y eso se advertía en cada cañonazo.
-¡Todo a estribor!-. Vociferó una voz y fue secundada por otros tripulantes haciéndola pasar en forma de eco, desde la toldilla de popa hasta el puesto del piloto. En seguida la nave comenzó a virar hacia ese lado.
Quién bramó fue el capitán general Eduardo Álvarez de Pulido. A pesar de su juventud, se apreciaba en él una madurez...