Laberinto De La Soledad

EL LABERINTO DE LA SOLEDAD
RESUMEN



EL LABERINTO DE LA SOLEDAD
El pachuco y otros extremos
El descubrimiento de nosotros mismos se manifiesta como un sabernos solos. Despertar a la historia significa adquirir conciencia de nuestra singularidad. Al intentar explicar los rasgos del mexicano contemporáneo, principio con aquellos para quien serlo es un problema de vida o muerte: elPachuco, quien no quiere volver a su origen mexicano ni fundirse con la vida norteamericana. Se niega a sí mismo, nudo de contradicciones, enigma. Son incapaces de asimilar una civilización que los rechaza y responde con una exasperada afirmación de su personalidad. Ha perdido toda su herencia: lengua, cultura, creencias. Su disfraz lo oculta y lo exhibe. Es un clown siniestro que procura aterrorizar.Su peligrosidad brota de su singularidad. Por caminos secretos y arriesgados intenta ingresar en la sociedad norteamericana. La persecución lo redime y rompe su soledad. Soledad y pecado se convierten en términos equivalentes.
La reserva del mexicano puede explicarse parcialmente por un sentimiento de inferioridad y sólo escapa de ella con una ruptura violenta de las forma que le otorgan lamáscara impasible, pero más vasta que la sensación de inferioridad, yace la soledad. En todos lados el hombre está solo, pero la soledad del mexicano es diversa de la del norteamericano. Nuestra soledad tiene las raíces del sentimiento religioso. Es una orfandad. Los mexicanos mienten por fantasía, por desesperación o por superar la vida sórdida. El norteamericano sólo quiere ver la parte positiva dela realidad. El exilio, la expiación y la penitencia deben preceder a la reconciliación del hombre con el universo. Ni los mexicanos ni los norteamericanos hemos logrado esta reconciliación. Si la soledad del mexicano es la de las aguas estancadas, la del norteamericano es la del espejo. En cada hombre late la posibilidad de ser, o de volver a ser, otro hombre.
Máscaras mexicanas
El mexicano seme aparece como un ser que se encierra y se preserva: máscara el rostro y la sonrisa. Siempre está lejos, lejos del mundo y de los demás. Lejos de sí mismo. Puede doblarse, humillarse, “agacharse”, pero no rajarse. La hombría se mide por la invulnerabilidad. El estoicismo y la resignación son nuestras virtudes populares. La doble influencia indígena y española se conjuga en nuestra predilecciónpor la ceremonia. Quizá nuestro tradicionalismo parte del amor que profesamos a la Forma. A veces las formas nos ahogan. Los mexicanos consideran a la mujer instrumento, reflejo de la voluntad y querer masculinos. El secreto debe acompañar a la mujer, se vela en el recato; no busca, atrae. Representa la estabilidad y continuidad de la raza. El mal radica en ella misma; por naturaleza es un serrajado, abierto. Por obra del sufrimiento la mujer trasciende su condición y adquiere los mismos atributos del hombre.
Nuestras mentiras reflejan nuestras carencias y nuestros apetitos, lo que no somos y lo que deseamos ser. Simulamos y disimulamos: al simular inventamos o aparentamos ser; al disimilar escondemos, nos hacemos invisibles. No sólo nos disimulamos a nosotros mismos, sino a los demás,lo hacemos ninguneándolo y nace Ninguno, hijo del padre español Don Nadie. Don Nadie es funcionario, influyente, engreído; Ninguno es silencioso y tímido, resignado. Son una omisión.
Todos santos, día de muertos
El mexicano ama las fiestas y las reuniones públicas, es ritual. El calendario está lleno de fiestas, nuestra pobreza puede medirse por el número y suntuosidad de las fiestas populares.El tiempo deja de ser sucesión y vuelve al origen donde todos los tiempos se reconcilian. En ellas el mexicano se abre al exterior, se sobrepasa, explota. Todo se permite: desaparecen las jerarquías individuales, distinciones sociales, clases, sexos, gremios. Es una revuelta, una súbita inmersión en lo informe. Comulga consigo mismo por el regreso al tiempo remoto, indiferenciado, prenatal. Se...