Labor Docente
Al principio fui como todos: emprendedor, dinámico, alegre, cariñoso y tremendamente ingenuo. Recientemente me negaba a aceptar las opiniones de aquellas compañeras que, con un tono deirreparable y modeladora experiencia decían a mis espaldas: “Déjalo, al rato se compone”.
Sin embargo, pasó, me compuse y cuando me di cuenta del cambio era demasiado tarde para salvarme. No podríaexplicar como sucedió, pero si que fue un proceso que duro dos o tres años; me percaté aquel día al descargar mi botín del 28 en el trasero de Jorge, (maldito escuincle latoso), con verdadero odio; y lohice llorar y maldecirme. Supe entonces que ya estaba hecho, ya era un maestro como todos, o como la mayoría, o quien sabe como quien, pero ya era un desgraciado.
Lo confirmo ahora mismo al nopoder evitar odiar a los cincuenta y dos chamacos que tengo en frente. Odiarlos de verdad, a ellos, a los diez años de interino ilimitado, al director y a la inspectora y a sus malditas exigencias depapel, a mi raquítico salario y a los prestamos a corto plazo y a mí mismo.
Es este odio que se hace desolación al no saber si ella vaya por fin a abandonarme, porque no se si partirá para siempre demi cara de frustrado y de pobreza.
Caramba, un minuto mas con estos monstruos y estallo. Son terribles, solo mirar sus caras y saber que tengo que pasar aquí cuatro largas horas me resultainsoportable ¡ ah ! si no fuera por los cafecitos y otras distracciones no se podría trabajar.
Nunca quise este grupo de quinto, es el peor de toda la escuela., por mas que gasto gises y saliva noentienden nada además son incontrolables. Solo golpes y gritos para callarlos, ahora hasta miedo me tienen y aun así los odio, me pesa su aliento, su presencia me revienta, los odio.
No entiendo lo quesucede, de pronto algo me empuja a no descargar mi coraje con ellos (ya van a pedir que les califique las veinticinco divisiones de seis cifras que les dejé). Quizá sea un pedazo de conciencia que ha...
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