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Splice no está mal, gente. Ahora bien, no nos pongamos apologéticos: es una pelí­cula bastante desorientadora que comete un pecado capital: incumplir cierta cantidad de promesas cuyo director,Vincenzo Natali (él, el de Cube) va realizando a lo largo de su metraje. Por otro lado, tampoco se le pueden negar méritos. Primero: si hay una forma de integrar los efectos especiales en una historia, nobusquéis más, porque están aquí­. Y en segundo lugar, las ideas que nos plantea, que giran en torno a la paternidad y a la sexualidad humana, son interesantes. Si sólo Natali hubiera pulido más elmaterial en lugar de permitir que parte del film transcurriera por ciencia infusa, Splice tendrí­a una personalidad verdaderamente propia en lugar de recurrir a un final absolutamente incoherente, y, entérminos generales, ser dos partes Cronenberg, ocho de agua, y un tí­o que sabe contar historias: puede gustar más o menos, pero ni un sólo momento me aburrí­ con la peli.

El film nos traslada aun mundo recurrente en Natali: las supercorporaciones. En este caso, una para la que trabajan dos ingenieros genéticos superestrellas y verdaderos tecnojipis, carne de Wired, llamados Elsa y Clive(Sarah Polley y Adrien Brody: ambos buenos actores con muy poca quí­mica –su relación es bastante coñazo– que interpretan sus papeles con profesionalidad sin exigirse el máximo de sus posibilidades). Lapareja manipula ADN con el objetivo de servir a propósitos médicos a través de la creación de hí­bridos genéticos. Hasta cierto punto. Cuando la compañí­a, NERD (en serio) les impide seguirdesarrollando su proyecto, Elsa sufre el llamado ramalazo de cientí­fico loco y decide añadir en secreto ADN humano al experimento. El resultado es Dren, una criatura de aspecto vagamente humano, femenina,bastante inteligente, y que se desarrolla a la velocidad del rayo.

Splice examina la relación entre Elsa, Clive y Dren a lo largo del crecimiento de esta criatura, desde “niña inocente” a “adolescente...