Lago Quinquillen
Aún antes que el hombre se incursionara en los cielos y en los mares, aún antes que existiera la maldad o el odio, unpequeño pueblo habitaba las exóticas profundidades del bosque patagónico.
En él vivía una joven llamada Quillén, hija del cacique del lugar. Con su piel trigueña y superfume a rosa; era suave y delicada como los pétalos de una amapola.
Su padre la había criado bajo un estricto cuidado. Le había enseñado las verdades de latierra y de la vida. Sobre las ciencias del universo y los terribles peligros del bosque. Sin embargo, Quillén no comprendía el miedo ni el peligro, sólo ansiabaconocer qué había más allá del río, más allá del horizonte.
Una tarde de verano (sin caso de las precauciones de su padre) salió en búsqueda de unos frutos salvajessituados en el corazón del bosque. El viaje debía ser arduo, pero también justificado, porque de los frutos se decía que eran los más dulces de la tierra y queademás producía una sensación extraña, como una amalgama de éxtasis y placer.
Caminó y caminó por largas horas, guiándose por el sol, tal como su padre le habíaenseñado. Aquella caminata fue verdaderamente placentera, se encontró con animales totalmente desconocidos, de todos colores y especies, al igual que la flora. Nuncahabía visto tanta diversidad confluidas en un solo lugar, consintió a sí misma la promesa de realizar próximos recorridos hacia otros lugares desconocidos.
Tantocaminar perdió el sentido del tiempo y pronto comenzó a oscurecer. Recordó entonces las advertencias de su padre en cuanto al bosque y comenzó a preocuparse.
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