Lala

Navidad, época del año en la cual todos fingen tener una sonrisa en el rostro mientras complacientemente hacen regalos a sus seres “queridos”, se reúnen alrededor de una gran mesa a deleitarse con una espectacular cena navideña, haciendo elogios y hablando de lo bueno que fue este año para todos, reprimiendo los malos momentos y, lo más importante, el desprecio hacia cada una de las personaspresentes. Al menos así es en mi familia desde que tengo memoria y no había llegado a esa conclusión hasta que fui mayor, supongo que lo hacen para no perturbarnos la inocencia, de otro modo no serian más que despreciables y amargados empresarios con una linda e hipócrita cara de aparentes seres humanos.
Me encontraba sentada en un avión con destino a Toronto pensando todas estas estupideces querondaban por mi cabeza: ¿Cuándo hare compras navideñas? ¿Estará esperándome alguien en el aeropuerto? ¿Fue lo correcto volver a Toronto para navidad? Sumisa en mis pensamientos no me di cuenta cuando el avión aterrizó.
Después de haber retirado mi equipaje me dispuse a llegar a la puerta principal del aeropuerto de Toronto y para mi sorpresa, nadie se había dignado a recibirme, pero claro, yo nosignificaba ningún negocio importante para la compañía Greenwood en estos momentos.
Tome un taxi hacia mi antiguo hogar, al principio fue el primer departamento de los Greenwood, luego, al comprar una nueva casa paso a ser un departamento de alquiler, después de un tiempo se convirtió en el escondite de mi padre cuando mi madre se ponía histérica, ahora solo era el departamento de SophieGreenwood.
Al llegar sentí un escalofrío, que bien se siente estar en casa. Mis botas hacían sonar el estruendoso piso de madera, las aparté y me desplome en mi cama para descansar un rato.
Mi teléfono me despertó de golpe, la pantalla rezaba “Papá” en letras grandes, luego de unos instantes el silencio se apoderó del lugar de nuevo. Decidí salir un rato, considerando la temperatura tan baja, me calcélas botas de Louboutin negras y me puse un abrigo rojo escarlata encima de mi elegante blusa blanca. El reloj marcaba las tres de la tarde, la hora perfecta para un café, peiné mi largo cabello rubio antes de salir y no me moleste por el maquillaje.
Cuando decidí dejar Toronto para irme a estudiar Arquitectura en Chicago estaba consciente de lo mucho que dejaría y lo mucho de lo que me perderíapor crear mi propia vida. Todos sabían que mi futuro en Toronto estaba asegurado ya que mi familia era dueña de una importante línea de ropa y perfumería la cual contaba también con una agencia de modelaje en la ciudad pero yo quise ir mas allá de todo lo que ya tenía.
-Un Capuccino, por favor- Le pedí a una chica morena que trabajaba en el lugar.
Recordé la llamada de mi padre y decidídevolvérsela, no presté mucha atención a la conversación, solo tenía claro que debía coincidir con él en su oficina dentro de una hora.
-Quisiera ver a Paul Greenwood por favor – Le dije a la, seguramente, nueva secretaria de papá.
-¿Tiene usted una cita programada para hoy? – Respondió la pequeña y pelirroja chica sin siquiera mirarme.
-No habrá entendido bien, quiero ver a Paul Greenwood ya mismo.No necesito programar una cita con mi padre –dije con la autoridad que el apellido Greenwood me otorgaba.
La chica alzo la vista e hizo un mohín de sorpresa acompañado con miles de disculpas.
-Hola papá.
-Querida, ¿Qué tal tu viaje?... Mejor me lo cuentas después, necesito que te reúnas con Taylor en la agencia, hemos tenido un día duro, nuestro fotógrafo ha renunciado y necesitamos unremplazo, al menos por hoy.
-Padre, ya no trabajo mas para ti ¿recuerdas?
-Por favor, necesitamos tener estas fotos antes de navidad. Además tenemos nuevos modelos masculinos los cuales no tienen la menor idea de como se trabaja acá y tu mejor que nadie puede instruirlos.
-¿Por qué antes de navidad?
-Para la colección de nuevo año.
-Pero papá… Yo no quiero…
-Shh. Taylor te esta esperando –Me...