Lalala
Se aproximaban las esperadas vacaciones de verano, tan solo restaban un par de días para dejar la tortuosa escuela. Mi familia y yo teníamos planeado un viaje a la costa, lacual se situaba relativamente cerca de nuestro hogar.
Los días en mi colegio transcurrían lentos, y por cierto más caluroso que nunca, solo quería que llegara la ansiada fecha para asípoder despejarme un rato y alejarme de la ruidosa ciudad.
Cuando llegó la hora de partir todos estábamos felices, porque sería uno de los primeros viajes en el cual iríamos todos juntos ytriste a la vez, ya que no llevaríamos a Minino, el gato negro de la familia. Mi padre conducía el automóvil y optó por un camino alternativo que seguramente, era más efectivo. El Viaje sedesarrolló sin problemas hasta que se presentó ante nosotros un enorme túnel con aspecto como si estuviese abandonado ya por largos años. Al momento de ingresar, un misterioso gato se cruzópor delante de nosotros y casi nos ocasiona un terrible accidente, pero por suerte mi papá supo evadirlo. Momento después la familia se dio cuenta de que el misterioso gato era nada más y nadamenos su mascota, esto se acrecentó ya que después desapareció. Al otro lado del túnel nos dimos cuenta que todo era gigante, incluso apareció nuevamente el gato negro, el cual tomorepresalias contra nosotros por no haberlo llevado, este se acercó destruyendo todo a su paso sin compasión alguna, tenía la cara un tanto maligna y con la intención de engullirnos. Por ladesesperación que teníamos salimos del auto apresuradamente, él nos acorralo y nos lengüeteó enteros y de un instante a otro ya teníamos en frente su enorme hocico ya preparado para morder, hastaque un: - ¡Familia, ya llegamos! Me despertó de mi profundo y extraño sueño... bueno, eso fue lo que creí hasta divisar a través mi ventana algo enorme y negro parecido al pelaje de un felino.
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