Larry Diamond - Repensar la sociedad civil.
Larry Diamond
Investigador de la Hoover Institution (Stanford)
Codirector de la Revista Journal of Democracy y
Codirector del International Forum For Demócratic Studies
En la tercera ola de democratización global en curso, ningún fenómeno ha capturado
más vivamente la imaginación de los académicos, observadores y activistas democráticos como el de la "sociedad civil". ¿Qué podría ser más conmovedor que las
historias de aguerridas bandas de estudiantes, escritores, artistas, sacerdotes, maestros,
obreros y madres desafiando la duplicidad, la corrupción y la dominación brutal de los
Estados autoritarios? ¿Podría alguna visión ser más inspiradora para los demócratas que aquella vista en Manila en 1986, cuando cientos de miles de ciudadanos organizados y
pacíficos salieron a las calles a reclamar el fraude electoral y a forzar a Ferdinand Marcos
a salir mediante el pacífico "poder de la gente"?
Sin embargo, el derrocamiento de regímenes autoritarios a través de oposiciones
democráticas movilizadas masiva y popularmente no ha sido la norma. La mayoría de las
transiciones democráticas han sido prolongadas y negociadas (si no largamente
controladas desde arriba por los autoritarios en escena). Con todo, aún en tales
transiciones negociadas y controladas, los estímulos para la democratización y en
particular la presión para concluir el proceso han provenido por lo general de la
"resurrección de la sociedad civil", la reestructuración del espacio público y la
movilización de toda clase de grupos independientes y movimientos populares.1
Si el renovado interés en la sociedad civil puede trazar su origen teórico en Alexis de
Tocqueville, parece emocional y espiritualmente en deuda con Jean‐Jacques Rousseau por su romantización del "pueblo" como una fuerza para el bien común, lista para hacer
valer la voluntad democrática contra una pequeña y malvada autocracia. Tales imágenes
de movilización popular son difundidas por el pensamiento contemporáneo en relación
con el cambio democrático en Asia, América Latina, Europa del Este y África ‐y no sin
razón‐.
En Corea del Sur, Taiwan, Chile, Polonia, China, Checoslovaquia, Sudáfrica, Nigeria y Benin (para dar solamente una lista parcial), la amplia movilización de la sociedad civil
fue una fuente crucial de presión para el cambio democrático. Los ciudadanos
impulsaron su desafío a la autocracia no sólo como individuos sino también como
miembros de movimientos estudiantiles, iglesias, asociaciones profesionales, grupos de
mujeres, sindicatos, organizaciones de derechos humanos, grupos productores, la
prensa, asociaciones civiles, etcétera.
1
G. O'Donnell y P.C. Schmitter, Transitions from Authoritarian Rule: Tentative Conclusions about Uncertain
Democracies, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1986, Cap. 5.
En la actualidad es claro que se debe estudiar la sociedad civil para comprender el
cambio democrático alrededor del mundo. Sin embargo, dicho estudio provee a menudo
una visión unidimensional peligrosamente engañosa. Entender el papel de la sociedad
civil en la construcción de la democracia requiere una conceptualización más compleja y
una teoría más estructurada. La simplista antinomia entre Estado y sociedad civil,
encerrada en una lucha de suma cero, no lo hará. Necesitamos especificar con mayor
precisión qué es y qué no la sociedad civil, e identificar sus muchas variaciones en forma
y carácter. Necesitamos comprender no sólo las diversas maneras en que puede servir a
la democracia, sino también las tensiones y ...
Regístrate para leer el documento completo.