las aventuras de juan camaney
Aya ordenó que engancharan las cadenas de ser Jorah a una estaca, cerca de la hoguera de cocina, y acompañó a los dos enanos a la tienda de su amo para señalarles el sitio donde lescorrespondía dormir: en una alcoba alfombrada separada de la tienda principal por tabiques de seda amarilla. Compartirían el espacio con otros tesoros de Yezzan: un niño con «patas de cabra»retorcidas y velludas, una chica de Mantarys que tenía dos cabezas, una mujer barbuda y una criatura esbelta llamada Golosina, ataviada con adularías y encaje de Myr.
—Os preguntáis si soy hombre omujer—dijo Golosina a los enanos. Se levantó las faldas y les mostró lo que tenía debajo—. Las dos cosas, y el amo me aprecia más que a nada.
«Es una colección de monstruos —comprendióTyrion—. En algún sitio hay un dios que se está riendo de mí.»
—Qué maravilla —le dijo a Golosina, que tenía el pelo morado y los ojos violeta—. Y nosotros que pensábamos que en esta ocasión seríamoslos guapos, para variar.
Golosina soltó una risita, pero a Aya no le hizo gracia.
—Guárdate las bromas para esta noche, cuando actúes ante nuestro noble amo. Si lo complaces, tendrás unabuena recompensa. Si no... —lo abofeteó.
—Será mejor que os andéis con cuidado con Aya —les dijo Golosina cuando salió el capataz—. Aquí solo hay un monstruo, y es él.
La mujer barbuda hablabaun dialecto incomprensible del ghiscario, y el chico cabra, la lengua del comercio, una mezcolanza gutural propia de los marineros. La chica de dos cabezas era retrasada; una de las cabezas eradel tamaño de una naranja y no decía nada, mientras que la otra tenía los dientes afilados y gruñía a quien se acercara a su jaula. Golosina, en cambio, dominaba cuatro idiomas, entre...
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