Las batallas en el desierto
Por alto esté el cielo en el mundo que mi amor profundo no rompa por ti.
Me acuerdo, no me acuerdo: ¿Qué año era aquel?, la cara del Señor presidente en dondequiera: dibujos inmensos, retratos idealizados, fotos ubicuas, alegorías del progreso con Miguel Alemán como Dios Padre
Mientras tanto nos modernizábamos, incorporábamos a nuestro habla términos queprimero había soñado como pochismos. Hasta entonces el imperio otomano perduraba como la luz de una estrella muerta: Para mí, niños de la colonia Roma, árabes y judíos eran “turcos”. Los “turcos” no meresultaban extraños como Jim, que nació en San Francisco y hablaba sin acento los dos idiomas.
Soy de la Irgùn. Te mato: soy de la legión Árabe. Comenzaban las batallas en el desierto. Le decíamos asíporque era un patio de tierra colorada, polvo de tezontle o ladrillo, sin árboles ni plantas, solo una caja de cemento al fondo. Había tenido varios amigos pero ninguno les cayó bien a mis padres.
La mama de Jim solo era una más entre muchas del íntimo y compañero de banca de Miguel Alemán, el cual Jim decía que era su padre, bueno le hicieron creer eso, porque la escuela sabia la verdad que eraun Estadounidense. Un pleito convenció a Jim de que era su amigo. Un viernes hizo lo que nunca había hecho: me invito a merendar en su casa. Nunca pensé que la madre de Jim fuera tan joven, tanelegante y sobre todo tan hermosa. Voy a guardar intacto el recuerdo de este instante porque todo lo que existe ahora mismo nunca volverá a ser igual. Mariana se había convertido en una obsesión. Por altoesté el cielo en el mundo, por hondo que sea el mar profundo. Hasta que un día, eran las once, pedí permiso para ir al baño, Salí en secreto de la escuela. Toque el timbre del departamento, al fin meabrí Mariana. Nos sentamos en su sofá, cruzo las piernas. Por un segundo el kimono se entreabrió levemente. Las rodillas, los muslos, los senos, el vientre plano, el misterioso sexo escondido. Dime...
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