las cosas de la vida
Cuando escribo mi vida, es sólo con la sana intención de que mis hijos se instruyan en lasmaterias sobre que los hablo.
No quisiera que salieran estos cuadernos de sus manos, y así se los encargo; pero como no sé si me obedecerán, ni si se les antojará andar prestándolos a éste y al otro, me veo precisado (para que no anden royendo mis podridos huesos, ni levantándome falsos testimonios) a hacer yo mismo y sin fiarme de nadie, una especie de Prólogo; porque los prólogos sontapaboca de los necios y maliciosos, y al mismo tiempo son, como dijo no sé quién, unos remedios anticipados de los libros, y en virtud de esto digo: que esta obrita no es para los sabios, porque éstos no necesitan [XIV] de mis pobres lecciones; pero sí puede ser útil para algunos muchachos que carezcan, tal vez, de mejores obras en que aprender, o también para algunos jóvenes (o no jóvenes) que seanamigos de leer novelitas y comedias; y como pueden faltarles o no tenerlas a mano algún día, no dejarán de entretenerse y pasar el rato con la lectura de mi vida descarriada.
En ella presento a mis hijos muchos de los escollos en donde más frecuentemente se estrella la mocedad cuando no se sabe dirigir, o desprecia los avisos de los pilotos experimentados.
Si les manifiesto mis viciosno es por lisonjearme de haberlos contraído, sino por enseñarles a que los huyan pintándoles su deformidad; y del mismo modo, cuando les refiero tal cual acción buena que he practicado, no es por granjearme su aplauso, sino por enamorarlos de la virtud.
Por iguales razones expongo a su vista y a su consideración vicios y virtudes de diferentes personas con quienes he tratado, debiendopersuadirse a que casi todos cuantos pasajes refiero son ciertos, y nada tienen de disimulado o fingido sino los nombres, que los he procurado disfrazar por respeto a las familias que hoy viven.
Pero no por esto juzgue ninguno que yo lo retrato; hagan cuenta en hora buena que no ha pasado [XV] nada de cuanto digo, y que todo es ficción de mi fantasía; yo les perdonaré de buena gana el que duden demi verdad, con tal que no me calumnien de un satírico mordaz. Si se halla en mi obrita alguna sátira picante, no es mi intención zaherir con ella más que al vicio, dejando inmunes las personas, según el amigo Marcial:
Hunc servare modum nostri novere libelli:
parcere personis, dicere de vitiis.
Así, pues, no hay que pensar quecuando hablo de algún vicio, retrato a persona alguna, ni aun con el pensamiento, porque el único que tengo es de que deteste el tal vicio la persona que lo tenga, sea cual fuere, y hasta aquí nada le hallo a esta práctica ni a este deseo de reprensible. Mucho menos que no escribo para todos, sino sólo para mis hijos que son los que más me interesan, y a quienes tengo obligación de enseñar.
Peroaun cuando todo el mundo lea mi obra, nadie tiene que mosquearse cuando vea pintado el vicio que comete, ni atribuir entonces a malicia mía lo que en la realidad es perversidad suya.
Este modo de criticar, o por mejor decir, de murmurar a los autores, es muy antiguo, y siempre ejercitado por los malos. El padre San Gerónimo [XVI] se quejaba de él, por las imposturas de Onaso, a quien...
Regístrate para leer el documento completo.