Las Cronicas
-Ah, viajero, pobre viajero! Siéntate y descansa..Mira, hace una noche esplendida. Siéntate, reclina tu cabeza, piensa en Dios. El consolara tus penas. Bebe a sorbos la luz de lasestrellas y calmaras tu sed, y, para mitigar tu hambre, aspira el fresco y puro aire de la noche.
Una flor de alegría prendió en las mejillas anémicas del pobre viajero. Una gota de los dio brillo porun momento a sus ojos desencajados vidriosos. Y, en la noche estrellada, bajo la doble sombra de una maga exuberante de frondosidad, tendió su cuerpo y se quedo dormido. Y durmió mucho: horas y mashoras, pero no despertó. Había entrado puertas adentro, bajo la egida de la eternidad, cansado, hambriento, lleno de sed y consumida por una infinita tristeza
VIEJAS ENCINAS
Los que vivimos enestos pueblos, muy corazón adentro de Puerto Rico, donde aun la vida conserva algo de sus ingenuidades de ayer, porque en el centro fuera de la fiebre nos posee: ni jazz, ni bataclan, ni la excesiva maníade los de los deportes: para los que vivimos-repito-rodeados de verdes montañas, gozando, ora el primor de las mañanas opacas, vestidas de nieblas, ya los mediodías de sol vigoroso, ora por lastardes amenizadas por las de menudas lloviznas, de los viejos centenarios, nonagenarios, octogenarios, tienen no se qué rara atracción y simpatía. Viejas encinas, seculares encinas, de nieves cabelleras,de arrugados rostros, de andar parsimonioso y de entrecortado hablar, como es bella vuestra vida bajo la escarcha implacable de los años! Yo os saludo, viejas encinas.
Primero y por hoy es doña...
Regístrate para leer el documento completo.