Las De Barranco
Las de Barranco
Indice
Acto primero
Acto segundo
Acto tercero
Acto cuarto
Acto primero
La escena representa un vestíbulo guarangamente amueblado. Como detalles
de rigor: un gran cuadro con el retrato al óleo de un capitán del ejército
y otro un poco más chico conteniendo condecoraciones militares: cordones,
medallas, etc. Sobre una mesa hay una gran caja de cartón ydelante de
ésta se encuentra de pie doña María examinando unas blusas que va sacando
del interior de la caja. A pocos pasos, en actitud de espera, un muchacho.
DOÑA MARÍA. - (Concluyendo de examinar las blusas.) ¡Qué preciosura! ¡Son
una monada!... (Mirando al muchacho.) Dígale que muchas gracias, que se
las agradezco muchísimo. (Acentuando.) Y que Carmen le manda muchos
recuerdos... Dígale así.(Haciendo un gesto después que el muchacho saluda
y se va por la derecha.) Son regularcitas, no más... (Gritando.) ¡Carmen!
(Volviendo al comentario.) Algún saldo que no le servía... (Gritando con
más fuerza.) ¡Carmen!... (A Carmen, que aparece por la izquierda.) Mirá,
mirá el regalo que te manda Rocamora, el del registro: una blusa para vos
y otra para cada una de tus hermanas...
CARMEN. -(Frunciendo el ceño.) ¿Blusas?
DOÑA MARÍA. - (Sin apercibirse del gesto de Carmen.) Sí, aquí las tenés.
No son feas, sobre todo la tuya... mirá. (Levanta en alto una blusa.)
CARMEN. - (Sin preocuparse de la blusa y con fastidio.) ¡No debía de
habérselas recibido!
DOÑA MARÍA. - (Encarándose con ella.) ¡Che... che... che!... ¿Estás
loca?... ¿Qué querés decir?
CARMEN. - (Con aflicción.) Pero ¿usted no sabeacaso, que Rocamora me
pretende?
DOÑA MARÍA. - ¡Vaya una novedad!... ¿y qué hay con eso?
CARMEN. - ¿Usted no sabe que le he dicho que no consentiré nunca en
casarme con él?
DOÑA MARÍA. - Sí, y demasiado bueno es el pobre que todavía te hace
regalos. ¡Razón de más para agradecérselos... me parece! ¿O es que querés
prohibirle ahora que sea generoso si quiere serlo?... ¡Es lo único que
faltaba!
CARMEN.- (Con soberbia.) ¡Sí, mama!... ¡que se guarde sus generosidades
porque yo no las necesito!
DOÑA MARÍA. - ¿Que no las necesitás?... (La mira un momento y después
desdeñosamente.) ¡No me hagás reír, infeliz! Pero, decime, ¿qué es lo que
te has creído? ¿qué te imaginás que sos?... ¿No comprendés, acaso, que en
nuestra situación necesitamos de todo el mundo? ¿Que es preciso vivir?...
¿Que los cientocinuenta miserables pesos que nos da de pensión el
gobierno no alcanzan para nada? ¿A qué vienen esos aires, entonces? ¿A
quién vas a engañar con eso?
CARMEN. - (Con abatimiento.) ¡Si yo no pretendo engañar, mama!
DOÑA MARÍA. - (Con irritación.) ¡Explicate, explicate, entonces!...
(Brusca transición, con sincera alarma.) ¡O qué!... ¿te ha faltado acaso?
CARMEN. - (Con altanería.) ¿Faltarme?
DOÑAMARÍA. - (Con naturalidad.) ¿Y entonces?
CARMEN. - (Con amargura.) ¡Pero si sabe que no lo puedo ver!... ¡Si lo
sabe!... ¡y precisamente por eso es que se empeña, como si quisiera
someterme... obligarme! (Con arranque.) ¡Eso es lo que no puedo soportar,
mama!
DOÑA MARÍA. - (Con indiferencia.) ¡Bah, no seas zonza!... Con recibirle
los regalos y ponerle buena cara, estás del otro lado... Nadie tepide
otra cosa... una sonrisa a tiempo ¡y se acabó!
CARMEN. - (Con angustia.) ¡Pero si precisamente es lo que no puedo! No lo
hago por él... ¡lo hago por mí! En cada uno de sus regalos veo el pago
anticipado de esa sonrisa que me pretende arrancar... y me subleva tanto,
me da tanta rabia y tal vergüenza ¡que siento ganas de tirarle por la cara
la porquería que me trae! (Con un gesto de rabia.)¡Ah, la sola idea de
que pueda creerlo!... (Cambiando bruscamente de tono y con desaliento.)
¡Pero ya sé, mama, que usted no me entiende!...
DOÑA MARÍA. - (Con acento reconcentrado y mucha amargura.) Te equivocás...
te equivocás, ¡pretenciosa ridícula! ¡Demasiado que te entiendo! Lo que
tiene es que tengo un poco más de mundo que vos y conozco mejor la vida...
¡Ya lo creo que te entiendo! ¡Sos el...
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