Las dos miradas
Como
LAS DOS MIRADAS
La señora todavía bonita y atrayente que había entrado con él por la puerta de la calle Florida,acababa de dirigirse al largo banco paralelo al mostrador, a fin de sentarse y esperar al hombre de impermeable. Le tocó sentarse al lado de un señor cuyo aspecto e indumentaria revelaban lo aristocrático de su origen y lo rico de su medio. Sólo una veintena de centímetros desocupados separaban en el banco tan largo al señor distinguido y elegante de la señora que esperaba. Lo cierto es que sólo unaminoría de los que estaban allí sentados estaban allí con el propósito de comprar tal o cual producto farmacéutico; la mayoría eran ociosos o transeúntes que mataban el tiempo o esperaban a alguien. El señor junto al cual la señora que acompañaba al hombre extraño se había sentado, tenía el aire de estar analizando precisamente a ese personaje, o sea de estarse diciendo in pectore: -¿Cómo podráponerse ese sombrero? ¡Qué falta de gusto y de sensibilidad! ¡Qué vulgaridad! Un sombrero así, de tela impermeable, que parece un viejo sombrero dejado caer a la ligera sobre la cabeza de un fabuloso distraído… un sombrero que se habrá puesto sin elegir vastamente. ¿No tendrá un espejo? ¿No tendrá alguien que se lo elija? ¿Cómo se puede ser tan vulgar? Y no solo el sombrero: esos inmensos, inmensoschanclos de goma, que sin duda ha comprado de dos medidas más grandes para ahorrar, para pagarlos menos. ¡Cómo si los pies le fueran a crecer! ¡Así parecen los zapatos monumentales de un pescador de ballenas! ¡Qué espectáculo! Yo le hubiera dicho que por lo menos se sacara esos chanclos, que no hiciera el ridículo: parecen propiedad de su hermano mayor. Y luego esa cara, ajada, con los rasgosgruesos del hombre del populacho, y esos ojos acuosos que no parecen ya tener color. Nunca he visto ciudadano más vulgar. Y luego: ¡Qué aspecto de retardo cerebral, de torpeza eterna, con esa mirada bovina, que no se levanta del suelo, una mirada baja, de carnicero que espera el momento que se aparte la red para partirla en pedazos y venderla sangrante ensuciándose las manos!. Un hombre tan groserocomo ese ¿Habrá tenido nunca cerca una mujer, a algún ser humano dotado de gusto, de delicadeza? La verdad a quién puede atraer ese pobre diablo, con ese aspecto y con esa cara, con esa facha…
La mujer que esperaba al hombre suspiró. Estaba cansada de trabajar en la casa por la mañana, cansada de ómnibus y de la lucha con las cuentas; del existir y del sobrevivir. Echo una mirada al hombre...
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