Las heridas de narciso

ufeffNelly Schnaith
Las heridas del Narciso (El sujeto desencantado)

En nuestra época, las que se esfuman no son las entidades, sino las identidades.
La reproducción en serie es nuestra mayor señal de identidad.
La des-identificación es la identidad moderna.
Schanith pretende mostrar como este riesgo del estado de disolución del sujeto, al mismo tiempo que amenaza, promete, abre nuevasposibilidades.
Para hablar de esta disolución del sujeto, Schanith utiliza el mito de Narciso.

La enajenación es el rodeo que conduce a una identidad reforzada.
La totalidad más vital es aquella que se restablece a partir de la escisión más profunda.

Según la versión hegeliana, la identidad (como autoconciencia histórica) es el proceso por el cual el hombre se re-apropia de los símbolos queconstituyen el universo cultural de esa época, se re-conoce en ellos (desde el gesto del saludo hasta las obras de arte o las formas de intercambio económico).
La herida del extrañamiento, que abre en el sujeto toda praxis histórica se restaura en el nivel cultural por el re-conocimiento del individuo en los valores simbólicos de la obra social objetivada.
En la tarea de construir su propiaidentidad, el hombre de nuestros días privilegia la experiencia de la herida con mayor énfasis que la de la restauración (de su identidad).
El espejo de Narciso está opaco, solo podemos vernos en aguas turbias.
Hemos llegado a aceptar que más que expresarnos, somos expresados por el inconsciente, por las ideologías, por los lenguajes.
Nos mueven las fuerzas de un poder anónimo: el sistema.
A estasituación correspondió, desde hace un siglo, una nueva actitud crítica y reflexiva.
Se revolucionó el concepto de verdad. Se sospechó que el saber consciente no entregaba en forma directa la verdad sobre sí mismo y sobre las cosas.
La significación manifiesta de los contenidos de consciencia estaba dominada e interferida por motivaciones ajenas a la conciencia misma. Era precisodesenmascararla.

Nietzsche, Marx y Freud plantearon lo mucho de ilusorio y mitificante que encierran los fenómenos de consciencia y los fenómenos culturales.
A pesar de indagar en campos diferentes, los tres comparten una perspectiva común en la interpretación del sentido inmediato asignado a los hechos humanos: en él se muestra y se oculta simultáneamente otro sentido.

La comprensión del dinero y lamercancía como fetiches (símbolos socio-económicos); los símbolos del arte y de la religión como expresiones sustitutivas y disfrazadas del discurso del deseo insatisfecho, la lectura nietzscheana de los valores simbólicos de la moral, bien mal, como una distorsión cultural, nos arrebataron definitivamente la confianza en que los símbolos culturales pudieran devolvernos la imagen fidedigna denosotros mismos como sujetos históricos y como individuos.

En lo que hacemos y decimos queremos expresar, además, otra cosa distinta de los que hacemos y decimos. La pluralidad e sentidos invade nuestro ser. La imposibilidad de individuar esa multiplicidad constituye una herida en el narcisismo del hombre moderno: lo expropia de la fiabilidad misma de su propia imagen.
Los mismos signos o símbolosque deberían devolvernos la realidad objetivada de nuestro propio ser son, a su vez, versiones en cuya reinterpretación se forja la identidad precaria y revocable de su individualidad histórica y singular.
A tal espejo, tal imagen.

Tres rasgos resumen la experiencia del hombre contemporáneo, tres rajaduras en el espejo de Narciso:
1- El desencantamiento de la consciencia, que ya no se fía desus significaciones inmediatas y se aparta de sí misma como depositaria directa de sentido, en provecho de emisores indirectos de sentido: el inconsciente, las relaciones de poder, los intereses económicos.
2- La autointerpretación , por parte del sujeto sobre sus signos dispersos en la cultura.
3- La aceptación consciente de esa situación.
Todo ello supone duplicaciones e interferencias de...