Las heridas de narciso

Páginas: 11 (2556 palabras) Publicado: 10 de diciembre de 2014
 ### ##Las heridas de Narciso � Schnaith

Hoy en d�a ya no se esfuman entidades sino identidades. La reproducci�n en serie es nuestra se�al de identidad. La desidentificaci�n es el peligro de la identidad moderna.
Se borran las heridas del pasado por el bienestar del presente.
Somos expresados por el inconsciente, ideolog�as, lenguajes.
El poder oculto del sistema llega hasta nuestraprivacidad.
Consciente e inconsciente.
Perdida de confianza en la imagen que dan de nosotros los s�mbolos culturales.
Decir algo mas de lo que decimos, segundas l�neas en todo.
El hombre es consciente de los s�mbolos y su interpretaci�n.
No hay identidad definitiva, b�squeda eterna del ser propio.
Hombre no centro del Universo.
Freud: no eres due�o de tu propia alma
El hombre deja de ser unnoble, a ser terrenal, viene del mono pero es el rey de la naturaleza. / ilusiones perdidas
El yo est� determinado por poderes ajenos e incontrolados y una interpretaci�n inacabable.
Conflicto eterno
Sujeto en voz pasiva, es hablado, es pensado. Enajenaci�n.
No autodeterminaci�n del individuo
Nos reconocemos en producciones hechas en masa.
Simbolog�as para influenciar y llegar alinconsciente.
Lectura indirecta, entre lineas
Despersonalizaci�n, medios masivos de difusi�n.
Refugio en el saber del desencanto. Saber � Poder
Yo es otro. Se me piensa.
Riesgo y promesa de identidad.
Se est� perdido, hay quien lo sabe y quien no.

Hoy en d�a no se esfumaron las entidades, sino las identidades. La reproducci�n en serie es nuestra se�al de identidad. La desidentificaci�n es el peligrode la identidad moderna.
El presente realiza la totalizaci�n, por medio de la cual se redimen retroactivamente (en el recogimiento pacificador del esp�ritu), los conflictos del pasado.
En la conquista de la plenitud integral se borran las cicatrices de las luchas pasadas. De las heridas del esp�ritu surge su salud; la enajenaci�n es el rodeo que conduce a una identidad reforzada. La totalidadm�s vital es la que se establece a partir de la escisi�n m�s profunda.
Por las heridas incolmables de su identidad se cuelan otros que empa�an el espejo de Narciso. Poco a poco llegamos a aceptar que s�lo podemos mirarnos en aguas turbias, que m�s que expresarnos somos expresados por el inconsciente, por las ideolog�as, por los lenguajes convencionales y que nos mueven las fuerzas de un poderan�nimo, el sistema que se infiltra hasta en los pliegues m�s ocultos de nuestra privacidad. A esta situaci�n correspondi� desde hace un siglo, el surgimiento de una nueva actitud creativa y reflexiva, en el orden de la cultura, que no s�lo acusaba la enajenaci�n sino que inquir�a sobre sus formas inmediatas. Se sospech� que el saber consciente no entregaba en forma directa la verdad sobre s� mismo ysobre las cosas. El sentido inmediato que la conciencia le�a en sus propios productos y en las cosas era al mismo tiempo una expresi�n y un ocultamiento del sentido verdadero.
Nietzche, Marx y Freud practicaron una sospecha sistem�tica respecto al sentido que suele atribuirse a los fen�menos de conciencia: la sospecha de que encierra mucho de ilusorio y de mistificante.
Nos arrebatarondefinitivamente la confianza en que los s�mbolos culturales pudieran devolvernos la imagen fidedigna de nosotros mismos como sujetos hist�ricos y como individuos.
En todo lo que hacemos o decimos queremos expresar, adem�s, otra cosa que lo que hacemos o decimos.
El hombre de la calle es consciente (en mayor o menor grado), de que los mismos signos o s�mbolos que deber�an devolverle la realidad objetiva desu propio s� son, versiones interpretativas en cuya reinterpretaci�n se forja la identidad precaria y revocable, siempre sujeta a nuevas versiones, de su individualidad hist�rica y singulares.
Tres rasgos resumen la experiencia de s� del hombre contempor�neo y se leen, a la par, como otras tantas resquebrajadas del espejo de Narciso.
El descentramiento de la conciencia que ya no se f�a de...
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