las mejores
Los pretendientes rompieron a alborotar en el sombrío mégaron y deseaban todos acostarse en su cama al lado de ella.Entonces comenzó a hablarles Telémaco discretamente:
Pretendientes de mi madre que tenéis excesiva insolencia, gocemos ahora con el banquete y que no haya vocerío, puesto que lo mejor es escuchara un aedo como éste, semejante en su voz a los dioses.
Al amanecer marchemos a la plaza y sentemonos todos para que os diga sin empacho que salgáis de mi palacio, os preparéis otros banquetes ycomáis vuestros propios bienes invitándoos mutuamente. Pero si os parece lo mejor y más acertado destruir sin pagar la hacienda de un solo hombre, consumidla. Yo clamaré a los dioses, que viven siempre,por si Zeus de algun modo me concede que vuestras obras sean castigadas: pereceréis al punto, sin nadie que os vengue, dentro de este palacio.
Así habló, y todos clavaron los dientes en sus labios.Estaban admirados de Telémaco porque había hablado audazmente. Y Antínoo, hijo de Eupites, se dirigió a él:
Telémaco, seguramente los dioses mismos te enseñan a ser ya arrogY Telémaco le contestódiscretamente:
Eurímaco, con certeza se ha acabado el regreso de mi padre. No hago ya caso a noticia alguna, venga de donde viniere, ni presto oídos al oráculo de procedencia divina que mi madrepueda comunicarme llamándome al mégaron. Este hombre es huésped paterno mío y afirma con orgullo que es Mentes, hijo del prudente Anquíalo, y reina sobre los Tafios, amantes del remo.
Así dijoTelémaco, aunque había reconocido a la diosa inmortal en su mente.
Volvieron ellos al baile y al canto para deleitarse y aguardaron al lucero de la tarde y cuando se estaban deleitando les sobrevino...
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