Las Meninas

Gabriela Bennett Septiembre 8, 2015
Espejo intimismo
Perdóneme si lo considera, pues no hay más difícil contienda que presentar unaobra a personas de tal calibre, y tal majestuosidad como el hábito de un monje, pues quien no ama a los monjes que solo enjuician a los ajenos a su forma.Pues como este no es un caso de captatio benevolentiae, y mi persona sí tiene pocos lares de escritor, le pido que perdone a esta mujer que poco tienede ella.
De haber usted estado parado aquí como yo misma, frente a un espejo viendo a las figuras que representan lo que no tengo, no habríasoportado con tanto ímpetu y dedicación tan amargada velada, mas siendo así la rutina, continúo sin cesar en el flujo de llamadas y burlas, pues color aportoa la pintura.
No te muevas, no te muevas, es letal ya no te atrevas. ¿Sirve para vivir o vive para servir? ¿Quién es más bruto, el que juzga al mirar oel que piensa sin pensar? Pues ha de saber que robaba libros de la Priora en el orfanatorio donde fui dejada.
Para gente noble como usted, estar enun salón con cortesanos es sumamente sencillo, lo contrario… oh el espejo constante otra vez, mirar para otro lado es la verdad irrefutable. Pensarcuando te miran de esa manera día tras noche; falso agradable.
Salió, duró, perduró el sol por otro día más, que escenario más casual el que viene arepresentar. Todo pasa por el refrán cuando Diego quiere pintar, sobre todo en este lugar. La familia quería pintar, mas con la niña se ha de conformar.