Las nanes
oculto en el corazón de la ciudad vieja: El Cementerio de los Libros Olvidados. Allí,
Daniel Sempere encuentra un libro maldito que cambiará el rumbo de su vida y le
arrastrará a un laberinto de intrigas y secretos enterrados en el alma oscura de la
ciudad. La Somb ra del Viento es un misterio literarioambientado en la Barcelona de la
primera mitad del siglo XX, desde los últimos esplendores del Modernismo a las
tinieblas de la posguerra. La Somb ra del Viento mezcla técnicas de relato de intriga, de
novela histórica y de comedia de costumbres pero es, sobre todo, una tragedia histórica
de amor cuyo eco se proyecta a través del tiempo. Con gran fuerza narrativa, el autor
entrelaza tramas y enigmas amodo de muñecas rusas en un inolvidable relato sobre
los secretos del corazón y el embrujo de los libros, manteniendo la intriga hasta la
última página.
Carlos Ruiz Zafón
La sombra del viento
El cementerio de los libros olvidados - 1
ePUB r1.1
Tirith 10.05.13
Título original: La sombra del viento
Carlos Ruiz Zafón, 2001
Editor digital: akilino
Segundo editor: Tirith (r1.0 ar1.1)
Corrección de erratas: supema, Mística, jugaor, Clío, jolugaju y Carlos.
ePub base r1.0
Para Joan Ramon Planas,
que merecía algo mejor
El cementerio de los libros olvidados
Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de
los Libros Olvidados. Desgranaban los primeros días del verano de 1945 y caminábamos por las
calles de unaBarcelona atrapada bajo cielos de ceniza y un sol de vapor que se derramaba sobre la
Rambla de Santa M ónica en una guirnalda de cobre líquido.
—Daniel, lo que vas a ver hoy no se lo puedes contar a nadie —advirtió mi padre—. Ni a tu
amigo Tomás. A nadie.
—¿Ni siquiera a mamá? —inquirí yo, a media voz.
Mi padre suspiró, amparado en aquella sonrisa triste que le perseguía como una sombra por lavida.
—Claro que sí —respondió cabizbajo—. Con ella no tenemos secretos. A ella puedes contárselo
todo.
Poco después de la guerra civil, un brote de cólera se había llevado a mi madre. La enterramos en
Montjuïc el día de mi cuarto cumpleaños. Sólo recuerdo que llovió todo el día y toda la noche, y que
cuando le pregunté a mi padre si el cielo lloraba le faltó la voz para responderme. Seisaños después,
la ausencia de mi madre era para mí todavía un espejismo, un silencio a gritos que aún no había
aprendido a acallar con palabras. Mi padre y yo vivíamos en un pequeño piso de la calle Santa Ana,
junto a la plaza de la iglesia. El piso estaba situado justo encima de la librería especializada en
ediciones de coleccionista y libros usados heredada de mi abuelo, un bazar encantado que mipadre
confiaba en que algún día pasaría a mis manos. Me crié entre libros, haciendo amigos invisibles en
páginas que se deshacían en polvo y cuyo olor aún conservo en las manos. De niño aprendí a
conciliar el sueño mientras le explicaba a mi madre en la penumbra de mi habitación las incidencias de
la jornada, mis andanzas en el colegio, lo que había aprendido aquel día… No podía oír su voz osentir su tacto, pero su luz y su calor ardían en cada rincón de aquella casa y yo, con la fe de los que
todavía pueden contar sus años con los dedos de las manos, creía que si cerraba los ojos y le hablaba,
ella podría oírme desde donde estuviese. A veces, mi padre me escuchaba desde el comedor y lloraba
a escondidas.
Recuerdo que aquel alba de junio me desperté gritando. El corazón me batíaen el pecho como si
el alma quisiera abrirse camino y echar a correr escaleras abajo. Mi padre acudió azorado a mi
habitación y me sostuvo en sus brazos, intentando calmarme.
—No puedo acordarme de su cara. No puedo acordarme de la cara de mamá —murmuré sin
aliento.
M i padre me abrazó con fuerza.
—No te preocupes, Daniel. Yo me acordaré por los dos.
Nos miramos en la penumbra, buscando...
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