Las reglas del acuerdo
Sàbado de mañana.
Tal vez mudarse internamente, sea cambiar la piel como el reptil, que pasa lentamente sobre una piedra, dejando tras de sì, una fina dermis que ya nousarà.
La posibilidad de modificar hábitos, me implica una mezcla de desarraigo y alivio, porque en cada mudanza, me voy dando cuenta que sobran cosas , objetos que ya no me sirven, que han cumplido enotro momento con su propia utilidad. Al mismo tiempo, busco otros que no puedo hallar aunque sè que los tengo, dentro de ese previo orden caòtico. Con la vivencia de terminar con una etapa inminente ,con la premura de tomar conciencia de esa finitud tan evidente, me queda en la boca un sabor agrio y dulce de dejar lo conocido y abordar lo que no conozco.
Me veo como ese vino, que estuvoencerrado mucho tiempo en un barril al que dejó indelebles marcas olfativas , gustativas y una tinta de borra oscura sobre la pared fibrosa de la madera.
También es sorpresa, al no sentirme ya màs contenido,en ese continente interno al cual estaba habituado y es asombro, sensible, profundo y amplio, donde los espacios son màs amplios, cordiales, de colores sugerentes y con lugares màs saludables.Experimento sensaciones de incógnita e incertidumbre, no sabiendo cómo llenar este nuevo contenido, dentro de esta nueva morada. Sè que se instalarà sin duda ,todo aquello que es como mi propiaprolongación física, lo básico en mì, lo imperioso. Tendrè que poner luego en valor todo lo otro, que no puedo incorporar a esta nueva realidad.
Ir ordenando ideas y proyectos demorados. Tropezando con esavieja caja polvorienta llena de cosas que me dàn risa, por lo extremadamente estúpidas. ¿Para què fueron? y esa es la primera carcajada.
En ese puntilloso revoltijo, se và haciendo agua mi caraque corre libre y es porque descubro que el tiempo siempre me apremia, incriminandome sobre un montòn de cuestiones pendientes no resueltas.
Por último, traslado el espejo. Refleja en su plateada...
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