Las Siete Cabritas
mujeres imprescindibles en la cultura mexicana.
Echando mano de memorias, entrevistas, cartas, obras, comentarios críticos,
anécdotas y recuerdos personales, la autora esboza la figura y la biografía de
cada una de ellas con trazos ágiles y emocionantes, conmovida ella misma por
estas "cabras locas", mujeresemblemáticas, vanguardistas, osadas y heridas. En
cierta forma, con esas siete abuelas fecundas, la autora nos dota de una pléyade
de pioneras formidables, una galería de brillante colorido, divertida a ratos
porque las aventuras de sus retratadas son variadas y extremas, inquietante en
ocasiones porque ninguna llevó una vida tranquila y feliz.
En este libro fuerte y vital, tenemos a Elena Poniatowska ensu mejor estilo.
Elena Poniatowska
Las siete cabritas
Título: Las siete cabritas
Autor: Elena Poniatowska
© 2000 Ediciones Era, México
Para esta coedición:
Editorial Txalaparta / Ediciones Era I.S.B.N. 84-8 136-194-1
Las siete cabritas
A mis tres gracias,
Mensivaís, Pacheco y Pitel
Agradezco a Pablo Rodríguez su entusiasmo cabrío
Diego, estoy sola,
Diego ya no estoy sola:Frida Kahlo
Ésta que ves, mirándote a los ojos, es un engaño. Bajo los labios que jamás
sonríen se alinean dientes podridos, negros. La frente amplia, coronada por las
trenzas tejidas de colores, esconde la misma muerte que corre por mi esqueleto
desde que me dio polio. Mira, veme bien, porque quizá sea ésta la última vez
que me veas. Mira mis ojos de vigilia y sueño, obsérvalos, nuncaduermo o casi
nunca, atravieso los días y las noches en estado de alerta, capto señales que
otros no ven, mírame, yo soy el martillo y la mariposa que se congela en un
instante como lo dijo Ignacio Aguirre, el pintor, mi amante. Siempre he
despertado de la fiebre nocturna empavorecida pensando que me morí durante
el sueño. ¿Ves mis manos cuajadas de anillos? Esas manos las beso, las
reverencio,no me han fallado, han seguido las órdenes de mi cerebro, mientras
mi cuerpo entero me ha traicionado. En esta piel que me envuelve, la linfa, la
sangre, la grasa, los humores, los sabores están condenados desde que tengo
seis años. Mi cuerpo ha sido un Judas y en México a los judas los quemamos,
estallan en el cielo, quedan reducidos a cenizas. Todos los años, cada cuaresma,
cada viernes deSemana Santa, la misma ceremonia: la quema de Judas en
recuerdo de la traición. Las manos que ves trenzaron mi cabello largo, negro, y
clavaron flores en mi cabeza; así el poeta Carlos Pellicer pudo escribir «estás
toda clavada de claveles», estas manos que ves han enlazado a Diego, han
podido echar el rebozo sobre mis hombros, han acariciado el pecho femenino de
Diego, mi saporana, hantomado el pezón de la mujer deseada, han jalado la
manta para protegerme del frío, pero sobre todo han detenido el pincel,
mezclado el color en la paleta, dibujado mis pericos, mis perros, mis abortos, el
rostro de Diego, mi nana indígena, el contorno de las caritas de los hijos de
Cristina mi hermana, las cejas de mi padre, Guillermo; han escrito cartas y un
diario, han enviado recados amorosos,me han hecho pintora. Las manos que
ves tomaron la tijera y cortaron mi pelo, regaron los cabellos largos en el suelo,
me vistieron de hombre, me abotonaron la bragueta y escribieron la canción:
«Mira que si te quise fue por el pelo, ahora que estás pelona ya no te quiero».
Todo lo pinté, mis labios, mis uñas rojo-sangre, mis párpados, mis ojeras, mis
pestañas, mis corsés, uno tras otro,mi nacimiento, mi sueño, mis dedos de los
pies, mi desnudez, mi sangre, mi sangre, mi sangre, la sangre que salió de mi
cuerpo y volvieron a meterme, los judas que me rodean, el que cuida mi sueño
en la noche, el judas que me habita y no dejo que me traicione. Al pintarlos no
los exorcizaba, nunca quise exorcizar a nadie, ni a nada. Supe desde niña que si
exorcizaba mis demonios sería...
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