LAS TOXINAS AMBIENTALES Y LA GENÉTICA clase 2
LA GENÉTICA toxicológica es la disciplina científica que identifica y
analiza la acción de un grupo de agentes tóxicos que son capaces de
interactuar con el material genético de los organismos (compuestos
genotóxicos). Su objetivo primordial es, pues, detectar y entender las
propiedades de los agentes físicos y químicos genotóxicos que producen
efectos hereditarios desde deletéreos hasta letales. Es, por lo tanto, una
ciencia esencialmente multidisciplinaria que pretende establecer la
correlación que existe entre la exposición a agentes xenobióticos y la
inducción de alteraciones genéticas tanto en las células germinales como
en las células somáticas de los organismos, y definir a partir de ello los
efectos que las toxinas ambientales producen sobre la integridad
genética de los seres vivos.
Como ya mencionamos, la genética es una ciencia joven que nace
formalmente con el redescubrimiento, a principios de nuestro siglo, de
las investigaciones realizadas por el monje agustino Gregorio Mendel.
Los científicos de principios de siglo se preguntaron acerca de la
naturaleza del gene, y así realizaron experimentos para tratar de
determinar cómo los factores externos podrían producir cambios en el
orden genético natural. Surgió entonces el término
mutación, adoptado
por Hugo de Vries en 1901 para describir los cambios morfológicos que
observó en las plantas polipétalas del género
Oenothera
(prímula) que él
estudiaba. Este investigador propuso que el "conocimiento del principio
general de las mutaciones y la inducción artificial de las mismas podrían
producir variedades superiores de animales y plantas cultivadas". El
mismo De Vries también sugirió en 1904 que los rayos X, descubiertos
desde 1895 y capaces de penetrar en las células vivas, podrían
emplearse para alterar las partículas hereditarias de las células
germinales.
Años más tarde fue posible evaluar la habilidad de varios agentes
oxidantes para producir mutaciones en algas y en hongos, lo que marcó
el inicio de una serie de preguntas que se hicieron los científicos en las
décadas sucesivas, en torno a la producción artificial de mutaciones por
medio de agentes físicos y químicos como inductores. En 1927 Herman
Muller demostró de manera inequívoca que las radiaciones ionizantes
son capaces de producir alteraciones genéticas en la mosca de la fruta
(Drosophila melanogaster) y definió a las mutaciones como los cambios
en la cantidad, cualidad y arreglo de los genes. Muller también
desarrolló técnicas cuantitativas para medir en este organismo la
proporción de mutaciones inducidas, y llamó la atención de la
comunidad científica al sugerir que las radiaciones podrían producir
cambios en las células somáticas de los tejidos, y en los que se dividen
activamente podrían producirse distintos tipos de cáncer, incluyendo las
leucemias.
Poco tiempo después, al inicio de la década de los años cuarenta,
Charlotte Auerbach (1942) demostró que el gas mostaza, utilizado como
arma química durante la segunda Guerra Mundial, es mutagénico; un
año después se demostró que el uretano empleado como agente
antineoplásico es también capaz de inducir mutaciones en organismos
de bioensayo. Con estos y otros descubrimientos fue posible orientar las
investigaciones hacia el conocimiento de la interacción entre los agentes
químicos y el material genético.
La investigación inicial en el campo de la mutagénesis, es decir, con
mutaciones inducidas, antes de que se descubriera e identificara ...
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