Las vacas de quiviquinta
EL PAIS DE LOS SUEÑOS
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24/04/2010
Rosaura Sandoval Arroyo
Lisete Espericueta García
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Dicen por ahí que existe un país de los sueños habitado por seres mágicos de todo tipo. Hadas, duendes, elfos, magos, brujitas buenas, muchos niños y algún que otro adulto que se atreve a soñar.{draw:frame} Es un país hermoso, donde todo tiene la forma de lo que cada uno de sus habitantes espera y sueña. Las árboles no siempre tienen su copa verde, a veces es violeta o a pintitas rojas y amarillas. Los manzanos a veces dan chupetines como fruto y los ciruelos, cebollas.
Crecen caramelos en los campos y muchas veces llueve jugo de naranjas.
Las paredes de las casas pueden ser deoblea y las ventanas de gelatina.
Es alegre y colorido, pues cada cosa que allí existe es parte de los sueños de quienes lo habitan.
Cuentan también que son muy pocos los habitantes de ese lugar que caminan, la mayoría dan saltos, más grandes o más pequeños.
Muchos dan saltos tan altos que sobrepasan las copas de los árboles, y ellos son, en la mayoría de los casos, los que más se atreven asoñar, aquellos que no temen imaginar y desear.
Otros en cambio, dan saltos más pequeños, pero no siempre porque sus sueños sean más chiquitos o de menor importancia que los que más alto saltan.
Lo mismo ocurre con los que parece que no saltaran pues apenas si se elevan del suelo.
Las diferencias de alturas en los saltos ocasionan alguna que otra discusión.
Ocurre a veces que los grandes“saltadores” o soñadores creen que aquellos que menos saltan, menos sueñan y no siempre es así.
– Se puede soñar con algo que esté casi al alcance de tu mano- Decía siempre un elfo quien por tener piernas cortitas, no podía saltar demasiado.
– El tamaño de mis piernas, no limita mi capacidad de soñar – Agregaba otro elfo igual de peticito.
– ¡Hay que soñar en grande! – Decía un mago cuyas piernaseran largas y finitas como tallarines – Y para eso, hay que saltar bien alto.
– Yo salto sin esfuerzo alguno - decía un hada un poco haragana – pues le pido a mi varita que me transporte a donde quiero y ella lo hace, aunque no con éxito realmente. Debo reconocer que mis sueños casi nunca se hacen realidad.
La gran diferencia, en cambio, se producía entre los niños y los adultos que habitabanel país.
Si bien todos los que allí vivían, lo hacían porque soñaban, cierto era que los adultos tenían mucha más dificultad en saltar, soñar, imaginar y disfrutar también.
Podía verse cómo los niños se elevaban como subidos por una cuerda mágica e invisible.
Las personas más inocentes también podían elevarse con mayor facilidad y las más incrédulas apenas si podían hacerlo.
Entre todoslos seres que habitaban este hermoso país, existía uno sólo que jamás se había elevado, tan siquiera un centímetro del piso.
Era un duende ancianito, con una expresión tan serena en su arrugada carita que transmitía una paz muy especial.
Sabius, así se llamaba el duende, estaba siempre alegre. Su sonrisa jamás se alejaba de su rostro y parecía estar más allá de las cosas cotidianas. Sin embargoera un duende por demás comprometido con todos los habitantes del país.
Para todos era un misterio ese duende arrugadito y sonriente que parecía tan feliz y que jamás –a los ojos todos los demás- había soñado.
Creían que, como jamás había dado ni siquiera un saltito cortito cortito, el duende no tenía ningún sueño, pero a la vez, les parecía extraño. Siempre estaba contento y en paz, comoquien logra el mayor de los sueños que se pueda alcanzar.
– Tal vez no salta porque tiene las piernitas muy cortas – Decía un hadita mientras hacía rulos en sus cabellos con su varita mágica.
– Yo creo que le pesan las arrugas – dijo un elfo.
– Tal vez no tenga sueños y por eso no se eleva – Dijo un adulto al que le costaba bastante saltar, soñar y reír.
– Es difícil que no los tenga,...
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