Las Violetas Del Hambre

Páginas: 14 (3463 palabras) Publicado: 5 de marzo de 2015

Como de hierro oxidado
Lucas Reyes a los catorce años salió de la escuela primaria con notas de sobresaliente, mucha fama como futbolista en el equipo escolar, con un metro setenta de estatura y sin ninguna perspectiva para seguir estudios de secundaria o pasar a la Escuela Normal y hacerse maestro. Con el producto del trabajo de su madre en una fábrica textil no podría sostener los estudios desu único hijo y cuyo padre había muerto años antes cuando Lucas estaba muy pequeño. Como solución inmediata y por consejo del director de la escuela, Lucas obtuvo al año siguiente una plaza de maestro en la escuela rural de la aldea de Miraflores, a unos sesenta kilómetros de la ciudad, al pie de las montañas de Sulaco.
Pequeña, triste, aislada la apacible aldea con sus chozas disgregadas entreuna arboleda sombrosa junto a un riachuelo de cristalinas aguas. La escuela aún estaba sin concluir: le faltaban las puertas y ventanas y para cubrir las aberturas en la noche se colocaban esteras y varas tratando de evitar que se metieran cerdos o asnos. Una mesa, una silla y un pizarrón era todo el mobiliario; cada alumno tenía que llevar su banco o taburete para sentarse, pues de lo contrariosolamente le quedaba el piso de tierra. Ningún pupitre; ningún material didáctico; ninguna ayuda oficial.
Una treintena de niños divididos en dos grados iban saliendo del analfabetismo. Sencillos, descalzos, desnutridos, pero inteligentes y activos bajo los jirones de sus ropas sucias y antiguas. Para los niños como para sus padres, la escuela significaba un sacrificio económico que a veces teníanque cubrir con especie. Lucas en su primera experiencia de trabajo pedagógico se desempeñaba bien desarrollando los puntos del programa oficial de educación rural con mucho entusiasmo y cariño por la docencia. Ya en el último año de la primaria había practicado la enseñanza dando clases a grados inferiores bajo la dirección de los maestros y no lo había hecho mal pues tenía para ello vocación.Ahora en la escuelita de Miraflores, sintiéndose responsable por los resultados finales, ponía toda su voluntad y capacidad para realizar su trabajo enseñando lo elemental a la niñez campesina. En la práctica y sin contar con los materiales necesarios se las ingeniaba para cumplir las necesidades con aquello que podía encontrar en el ambiente.
La seriedad de Lucas, su carácter muy concordante con sudesarrollo físico lo hacían aparecer como un joven salido ya de la adolescencia. Entre los campesinos de peculiar hurañez y desconfianza para la gente extraña, una vez pasada la primera etapa de lógicos recelos al conocer al maestro forastero, fue captando simpatías y hasta confianza, cosa ésta muy difícil en la gente del campo que siempre ve en las personas de la ciudad un natural explotadorarmado de burlas y discriminación. Le llamaban “el preceptor”, con mucho respeto y fueron ganados por Lucas para que colaborasen en el mejoramiento de la escuela. Fueron los padres de familia y, en general, los mozos campesinos, los que trabajando en común pusieron al fin puertas y ventanas al edificio, reconstruyeron el techo de tejas e hicieron el cerco del huerto escolar. También trajeron un enormetronco de pino para que sirviera de asta para la bandera y proyectaron, por iniciativa del maestro, construir bancos y pupitres rústicos para los niños. Con los jóvenes hicieron un campo de fútbol pequeño en medio de la aldea. Quizá lo único que muchos campesinos no vieron con buenos ojos en el profesor fue que al practicar el balompié se pusiera calzoneta pues lo consideraban propio de muchachosy no de preceptor.
A los tres meses de trabajar en la escuelita y convivir con los campesinos, Lucas Reyes había olvidado un tanto sus querencias de la ciudad y su acelerado ritmo de vida. Se había amoldado fácilmente a la apacibilidad y a la sencillez de las gentes cuya limpieza de alma era tan diáfana, y compenetrado de lleno en su labor con la treintena de chicos bullangueros. Ya los días se...
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