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36.
Moral social cristiana: presupuestos
y claves para un modelo crítico
José Ignacio Calleja*
Más de una vez se ha oído que el empeño de algunos moralistas por probar la racionalidad crítica de la moral cristiana, no deja de ser la expresión vergonzante de un cierto complejo de inferioridad ante el pensamiento moderno. Ante esta afirmación, reconozco que mi capacidad de asombro filosófico yteológico, queda desbordada. Es tan claro que la legítima autonomía del mundo y la misma “ley de la encarnación”, que sostiene toda la economía cristiana de salvación, avalan la bondad de ese esfuerzo, que llama la atención cualquier duda al respecto. Las diversas realizaciones de la Teología moral social en su historia, constituyen la prueba inequívocamente válida de tal intento. El ConcilioVaticano II, junto a otros vectores eclesiales y teológicos bien identificados, son una referencia determinante en ese recorrido genético de nuestra ética.
Aún así, la presentación de un modelo sistemático de moral social cristiana, que goce de criticidad racional y teológica suficiente para nuestro tiempo, sigue siendo la cuestión de las cuestiones1.
Por mi parte –y es de las claves que más agradezcoal magisterio del profesor Marciano Vidal–, creo que antes de plantearse qué decir moralmente ante cualquier supuesto social, afinando las categorías, los criterios y las concreciones del discernimiento moral, se impone una cuestión: ¿estamos legitimados, ética y teológicamente –es decir, a la luz de la razón y de la fe–, para hablar de moralidad humana, tanto en la perspectiva individual como enla social?
La pregunta es muy clara y plantearla ya es un logro, aunque dar una respuesta sea más complicado. Hay muchas razones: los problemas de fundamentación de la ética en cuanto tal, y de la teológica en particular; los problemas que atañen al método, tan característicos y vivos en la teología, especialmente su relación con el lugar y el significado de la praxis2; la ruptura moderna o, almenos, la quiebra entre los saberes humanos y, probablemente también, entre los grupos de intelectuales y las masas; la adultez alcanzada por los cristianos en el ejercicio de su identidad cívica y religiosa; las exigencias del diálogo ético en una sociedad democrática y laica; el peso de una moral cristiana tan poco sensible, muchas veces, a las necesidades de los pobres y la tendencia a disponerde un cierto monopolio moral en su sociedad, son otros tantos factores que problematizan el desarrollo de un programa de moral social cristiana.
I. Presupuestos sobre la condición “natural” del ser humano
Al poner en marcha un proyecto de moral social cristiana, la pregunta que se plantea, y en cuya respuesta nos debatimos, es la siguiente: ¿es el ser humano alguien capaz de autodeterminarse,¿también, respecto a “lo social”? Hablamos de la condición moral del ser humano y, por ende, de cómo probar que la moralidad es constitutiva de nuestra identidad.
1. Presupuesto antropológico: la condición moral
del ser humano, en su vida individual y social
El camino a recorrer es muy claro. Una antropología filosófica y teológica se nos abre como oportunidad y tarea en el inicio de la moral socialcristiana. Los primeros pasos formales del proceso de construcción de un modelo sistemático de ética social, sólo pueden darse bajo el supuesto de una antropología que afirme la “libertad” del ser humano, primero, en el plano privado y, de inmediato, en el social; también, en el cognitivo y, sin duda, en el práctico. Son los hitos que conforman una idea sobre la dignidad y la libertad del serhumano, cuya respuesta hará razonable, críticamente fundada, la moral cristiana, la vivida y la formulada.
a.- Sobre la libertad humana “privada”
Ésta es la primera perspectiva de toda indagación sobre la identidad del ser humano. El discurso moral sólo tiene fundamento y sentido si la pregunta “¿es libre el hombre?” merece una respuesta afirmativa; es decir, si el ser humano es afirmado como un ser...