lectura astracta

Páginas: 46 (11258 palabras) Publicado: 16 de febrero de 2014
ONOMATOPEYA DEL OJO SILENCIOSO
Mis preciadas satisfacciones, el sueño y el apetito, habían sufrido bastante con los últimos acontecimientos, los de afuera, los de adentro, los míos, los del otro, los de más allá y los de más acá. En lo que respecta a los de afuera, el mundo seguía siendo una cortina gris, y a eso se le llamaba tormenta, por esa manía de ponerles nombres a las cosas de miedo aque se nos escapen. —Es una tormenta —me decía Laventor acentuando el verbo, levantando las cejas, tozudamente convencido de que no era posible que no le creyeran—, lo que pasa es que usted piensa en tormentas en términos de rayos y truenos. Era cierto y para mis adentros yo bendecía las palabras como tormenta que, yo creía, querían decir esa cosa, tormenta, y nada más. —Pero es que hay muchasclases de tormenta. Tormenta es todo lo que altera profunda y violentamente las más de las veces, la normalidad del clima. Mire ese polvo. Yo miraba ese polvo. —Se podría decir que toda tormenta es una enfermedad; en este caso parece que crónica.
Era Laventor el que decía eso, en mi honor. Laventor era el único hombre feliz entre los aracnéusidos (el término me pertenece, cosa que Do Laneu deploraaunque acepta; previa aclaración del origen no especializado de esos monstruos lingüísticos que suelen hacer fortuna, y estoy citándolo textualmente): miraba hacia afuera, observaba con una atención pétrea ese telón gris que a nosotros no nos decía nada, manipulaba diales y componía gráficos.
Los demás no hacíamos más que irritarnos y tratar de disimularlo, sobre todo yo, bajo cautelosas cortesías.Nadie tenía nada que hacer, salvo esperar. Laventor tenía a su bienamada tormenta. Y en cuanto a mí, yo tenía que andar recomponiendo los fragmentos de nuestro ángel caído, de nuestro interrogador celeste, de nuestro tirano inválido, de nuestro Jano, y de no sé ya cuántas denominaciones más inventadas por mí en mi descargo y en el de todos y que he olvidado porque hace tanto de esto. Habíallegado a la conclusión de que la mía no era una tarea para un psiquiatra, sino para otro psicópata. Por ejemplo: —Buenas noches, doctor. Disculpe si lo he molestado pero el señor l'Hostave necesita que vaya a verlo. Por qué no te irás a la mierda hijo de una perra sarnosa cretino degenerado, justo ahora que había conseguido dormirme. Cosa que nunca decía, por supuesto: estaba, estoy, demasiado bienentrenado y tengo infinidad de títulos para probarlo y recordármelo a mí mismo en caso de que alguna circunstancia (la tormenta, la inactividad, el Jano apócrifo) resquebrajara la segunda naturaleza en que había terminado por convertirse ese entrenamiento. En cambio decía: —No es nada, no faltaba más. Dígale que voy enseguida. Me sentaba en la cama y empezaba a vestirme y solía pensar en loshonorarios siderales, justamente: siderales, que puede pagar un gobierno para que uno atienda a un único paciente, y en lo que haría con el dinero al volver, y terminaba de ponerme los pantalones y los zapatos y una camisa y salía al pasillo llevando mi cara como quien entrega las llaves de la ciudad sobre un almohadón al distinguido visitante totalmente extranjero. Me esperaba parado en medio de lahabitación y yo me preguntaba cuándo aprendería, si es que alguna vez a no quedarme sin aliento cada vez que lo veía. Había conocido a muchos en sus mismas condiciones (parte especializada del entrenamiento especializado), y si bien es cierto que inevitablemente, aparte de su invalidez semicongénita, todos tenían muchas cosas en común, en el caso de Edmei l'Hostave el problema era cómo explicar labelleza. Teniendo en cuenta que una madonna y una joya, que una máquina y un insecto y una ecuación pueden ser bellos, ¿cómo explicar, definir, describir a ese efebo ciego y demoníaco frente al cual yo me sentaba no cuando era conveniente sino cuando a él se le antojaba porque ésa era una de sus incontables prerrogativas, para tratar de mantenerlo a flote y que conseguía lo que ningún otro enfermo,...
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