Lectura Bilbeny
He intentado justificar hasta ahora que una sociedad de cultura compartida, sin la cual no son posibles las políticas de reconocimiento y protección de la diversidad cultural, es una sociedad basada tanto en principios contractuales para la convivencia como en principiosprecontractuales con el mismo objetivo. Estos últimos son los que he propuesto identificar con una ética común a todas las culturas, o ética intercultural.
No hay ética sin valores
Una ética, expliqué también, no es lo mismo que una moral. Pero difícilmente puede haber una ética sin moral, pues si hace honor a su significado práctico no puede desentenderse de la clase de conducta que trata, comoética, de defender y razonar.
La ética es forma, pero remite a contenidos. Ello corresponde también a una ética intercultural. Presupone o demanda «valores» —creencias y hábitos de conducta— que le dan contenido moral, aunque sea mínimo, para no interferir más de lo necesario con los valores particulares de cada cultura.
En otras palabras, una ética intercultural no tendría sentido si no seacompañara de unos valores comunes o compartidos, bien porque haya, de hecho, un fondo moral común a las culturas, bien porque exista el propósito de ir a la búsqueda de estos valores.1 Mientras, no es verdad que todas las culturas «evolucionan» hacia un mismo paradigma ético, como piensan algunos optimistas de la moral, y menos si este paradigma resulta ser el más parecido a la moralidad occidental, consu insistencia en los valores individuales y la visión juridicista de la sociedad y sus instituciones. Occidente da la primacía al individuo sobre la colectividad, otras culturas hacen al revés, y aún otras difuminan la diferencia entre ambos extremos.
Los pictogramas de la lengua china no distinguen entre lo colectivo y lo individual.
A la vista de todo ello, la tesis de la convergencia devalores, incluso a favor de los Derechos Humanos —impregnados de mentalidad occidental—, no deja de ser una declaración de fe. Sin embargo, nada obsta, contra las discrepancias existentes, para que podamos y debamos pensar, siguiendo el mismo ejemplo, que individuo y grupo sean preeminentes a la vez, ya que el individuo sin el grupo es una ficción, y éste sin aquél una amputación. Si bien lafrontera entre uno y otro valor es difícil que llegue a ser clara y definitiva, pueden y deben encontrarse coincidencias de hecho o de principio entre, por ejemplo, la cultura occidental, constituida por «comunidades individualistas», y las culturas no occidentales, integradas por «individuos comunitarios». En sus caminos divergentes hay intersecciones explícitas o veladas que una éticaintercultural no puede ignorar.
Puede y debe haber valores compartidos. Del «debe» ya he hablado en todas las páginas que preceden. Del «puede» lo voy a hacer a continuación desde una perspectiva biológica, en primer lugar, y desde un punto de vista cultural, después. En ambos casos me baso en el terreno de lo empírico: en hechos, no en aspiraciones morales ni meros principios abstractos. En todo caso,la posibilidad de justificar unos valores compartidos valiéndome de criterios más teóricos y menos experimentales la reservo para otro libro.
Valores en clave biológica
La humanidad comparte «valores» en la medida en que, como especie, aplica estrategias iguales —no distintas según las culturas— a la hora de resolver los conflictos que se les plantean a todos sus individuos. Estasestrategias son el resultado de la evolución humana y pueden ser interpretadas como reglas de interacción entre los individuos, cada una simbolizable, a su vez, en una forma prototípica de comportamiento a la que puede llamarse, en lenguaje moral convencional, «valor».
Habrá, pues, tantos valores comunes a la humanidad como estrategias de este tipo existan. Tomemos, para empezar, el valor de la...
Regístrate para leer el documento completo.