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Páginas: 14 (3426 palabras) Publicado: 3 de abril de 2014
El texto. Literatura. Género narrativo: El cuento contemporáneo.

Las aventuras de Rinaldo
Rinaldo se cayó un día de la bicicleta y volvió a casa con un enorme chichón en la frente.
La tía con la que vivía (sus padres habían viajado a Alemania en busca de trabajo) se asustó
muchísimo. Era justamente de esas tías que se asustan por todo.
—Rinaldo, mi pequeño, ¿qué te ha pasado?
—Nada malo,tía Rosa. Me caí de la bicicleta, eso es todo.
—¡Dios mío, qué horror!
—Pero si ni siquiera viste cómo me caía…
—¡Precisamente por eso!
—La próxima vez te aviso antes de caerme.
—¡Rinaldo, no hagas bromas con estas cosas! Mejor dime por qué has traído a casa la bicicleta.
—¿A casa? Pero si la he dejado en el portal, como siempre.
—¿Entonces de quién es aquella bicicleta?
Rinaldo se volviósiguiendo el índice de su tía y vio una bicicleta roja apoyada en las paredes de la cocina.
—¿Aquella? No es mía, tía Rosa. La mía es verde.
—Claro, es verde. ¿Entonces? ¿No habrá entrado sola?
—Sí. ¿Habrán sido los fantasmas?
—¡Rinaldo, por favor, no menciones a los fantasmas!
—Además, es una bicicleta muy bonita.
La tía Rosa lanzó un grito.
—¿Qué pasa tía?
—Mirá, ¡hay otra bicicleta!—¡Es verdad! También es bonita.
La señora Rosa se retorcía las manos, más asustada que nunca.
—Pero, ¿de dónde salen todas estas bicicletas?

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© Santillana S.A. Prohibida su fotocopia. Ley 15.913

1

El cuento contemporáneo

—Bah —dijo Rinaldo—, es un buen misterio. ¿No habrá también una bicicleta en el dormitorio?
Pues sí que la hay, mira, tía Rosa. Con esta hacen tres. Si estocontinúa, dentro de poco tendremos
la casa llena de bicicletas.
Rinaldo tuvo que taparse las orejas ante un nuevo grito de la tía. El caso es que apenas terminó de
pronuncias la palabra «bicicleta» la casa se llenó verdaderamente de bicicletas. Solo en el baño había
doce, como pudo comprobar la tía Rosa, al lanzar una aterrorizada mirada: dos estaban en la bañera.
—Basta, Rinaldo —suspiró la pobremujer dejándose caer en una silla—, basta, no puedo más.
—¿Cómo que basta? ¿Qué pinto yo? No soy yo el que las fabrico. Fíjate, ni siquiera sé hacer un triciclo…
¡Driin! ¡Driin!
Sobre la mesa apareció un precioso triciclo, tan nuevo que todavía tenía las ruedas envueltas en
papel de embalaje: pero el timbre vibraba alegremente, como diciendo: «¡También estoy yo!».
—¡Rinaldo, por favor!
—TíaRosa, no creerás de verdad que lo que está pasando es por culpa mía.
—Desde luego, hijito. Quiero decir, no lo creo, Rinaldo. Pero lo mismo te ruego que seas prudente:
no pronuncies ni la palabra bicicleta ni la palabra triciclo.

© Santillana S.A. Prohibida su fotocopia. Ley 15.913

Rinaldo se echó a reír.
—Si es solo eso, puedo hablar de otra cosa. ¿Quieres que hablemos de despertadores ode sandías
frescas? ¿De budines o de botas de agua?
La tía se desmayó. Al tiempo que aquellos nombres salían de la boca de Rinaldo, la casa se poblaba de despertadores, sandías, budines y botas de agua. Aquellos extravagantes e increíbles objetos
surgían de la nada, como fantasmas.
—¡Tía! ¡Tía Rosa!
—¿Eh? ¿Qué pasa? ¡Ah! —dijo la mujer volviendo en sí—. Rinaldo, sobrino mío, hijo mío, porcaridad, siéntate allí y quédate callado. ¿Quieres a tu tía? Sentate y no te muevas. Voy a llamar al
profesor De Magistris, él nos dirá qué hacer.
Este profesor De Magistris era un profesor que vivía al otro lado del patio de la pensión. Cuando la tía Rosa
tenía algún problema corría al señor De Magistris, que nunca se hacía rogar para escucharla y prestarle
ayuda. Solo los viejos saben ser asíde generosos y pacientes. Esta vez el profesor tampoco se hizo rogar.
—Hola, jovencito, ¿qué pasa?
—Buenas tardes, profesor. No lo sé muy bien. Parece que en esta casa hay…
Pero antes de que pudiera pronunciar la palabra «espíritus» la tía Rosa le puso una mano en la boca.

9

—Señora —intervino el profesor De Magistris—, explíquemelo al detalle, no entiendo.
—¿Pero qué hay que...
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