Lectura
Durante casi 60 años, el color de piel condicionó a una Sudáfrica castigada universalmente con el apartheid, que dejaba a una minoría blanca usar, abusar, destruir, violar al resto delos grupos raciales, ya fueran mestizos, bantúes o negros. Los negros sólo podían ir por la calles de los blancos cuando iban a servirles. El resto del tiempo tenían que vivir apartados en los barriosde Soweto, antes de morir o de que los mataran, aunque no en demasía, pues entonces ¿quién serviría al amo?
Mandela, siendo presidente de Sudáfrica, utilizó el deporte símbolo del opresor blanco, elrugby, para unir a su pueblo. Si el rugby era la pasión de los blancos, con equipos constituidos por los hijos de los amos, sería entonces el popular soccer de las pelotas de trapo, de las piernasrotas y las ilusiones sangrantes, el que representara al nuevo país.
Mandela dice a su pueblo que hay dos formas de construir destino común: sobre el odio, la separación y el rencor, o sobre unorgullo que debe ser, necesariamente, compartido. También, que el futuro exitoso o el fracaso de Sudáfrica dependen de lograr que una sola bandera, un solo nombre y los mismos colores los unifiquen porencima de las distinciones por el color de la piel.
El presidente negro se dedica entonces a preparar, proteger y llevar a los jugadores blancos de rugby a representar el color, la bandera y laesperanza del nuevo país. El resultado es un hecho histórico conocido por todos: Mandela reunió voluntades y superar rencores. Logró que su pueblo unido, por primera vez, respaldara al equipo de rugby quese convirtió en campeón mundial en 1995. No ganaron blancos o negros, ganó la emoción conjunta, y su nombre: Sudáfrica.
La figura de Mandela, envejecido y frágil, con voz en off que recita poemas ytodo- articula a los dos grupos porque él es el primero en acercarse a los blancos de diversos modos: habla con los funcionaros blancos del gobierno saliente y los invita a quedarse, consigue...
Regístrate para leer el documento completo.