lectura
Si tú estás leyendo esto, quiere decir que yo no podrévolver a escribir, ya que mis manos inertes no podrán volver a tocar nada material. En fin, creo que me estoy adelantando. Como cada historia, la mía tiene un principio y comenzaré por ahí: elCastillo Royal Dunedin.
Me acababa de mudar a un pequeño piso en Escocia y no conocía aún a mucha gente, pero si tenía una amiga allí, Aith. Tenía el pelo rojizo, que parecía hecho con llamas.Ella era todolo contrario a mí, guapa, divertida y risueña, sociable a más no poder y tenía una de esas sonrisas tan enigmáticas como la de la Mona Lisa, nunca adivinabas sus intenciones. Vivíamos juntas en unapartamento alquilado, en el centro de la cuidad. Esa noche, habíamos decidido ir a visita un pub no muy lejos de donde vivíamos, el “Red Doors” para oír cantar a su hermano, Keir. Keir… el chico másmisterioso y perfecto que nunca hubiese podido conocer, solo con mirarlo ya me ponía colorada, su olor… tenía un olor a una colonia deliciosa, aunque no sabría cómo describirla y su pelo era cobrizo.Llegamos allí y nos recibió un hombre elegante, el cuál nos pidió nuestras chaquetas y abrigos. Por fin entramos. El ambiente estaba caldeado y cargado de gente, pero aún así pude distinguir a Keir,cantaba tan bien, su melodiosa voz se entrelazaba con las notas musicales que desprendía su bajo, junto con la batería, hacían sonar una música que, por lo menos a mí, me dejaba sin palabras. Al finalizarla actuación se dirigió hacia nosotras y me preguntó por mi trabajo, tan amable como siempre. No os lo he dicho antes, pero yo iba a ser la encargada de la biblioteca del Castillo Royal Dunedin. A...
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