Lecturas Reflexivas
A los seres humanos nos asombra y aterra la muerte, pero ante la vida somos terriblemente indiferentes. Vivir nos parece algo demasiado común y normal. Nos hemos acostumbradoa vivir.
Muchas veces hace falta que nos sacuda la muerte para darnos cuenta que estamos vivos.
Cuántos hijos, cuando la madre muere, corren presurosos a enterrarla. Le compran un fino ataúd paraque el ser querido repose en paz cómodamente y entre sedas; rodean su cadáver de hermosas y perfumadas flores; entre sollozos claman cómo la amaban. Pero mientras estuvo viva no la visitaron ni lellevaron dulces y flores. Y esa misma madre, cuyo cadáver hoy reposa entre perfumes y sedas, mientras vivió tuvo que dormir en un incómodo catre, un viejo colchón y malolientes cobijas. Hoy ya no ve, nihuele, ni siente, las atenciones que a su cadáver rinden sus desatentos hijos.
Son raros quienes se maravillan y alegran ante la vida. Ella es un milagro permanente ante el cual nos hemosacostumbrado. Lo raro no es que un ser muera; lo milagroso es que vivamos y haya vida en el mundo. Es fácil que un ser muera; es asombroso que viva.
Cuando contemplo un automotor varado en la carretera,frecuentemente me pregunto por qué mi organismo, aparato más complejo y delicado que el del automotor, no se ha varado irremediablemente en el camino de la existencia. Sus numerosas células, órganos,glándulas, válvulas, tan complejas y débiles, ¿Por qué no han parado su funcionar como en el caso de otros seres humanos mucho más fuertes, inteligentes y dignos de vivir? ¿Por qué no he sido yo la víctima deesos tan numerosos accidentes, asesinatos y enfermedades de la más variada índole que han segado la vida de tantos seres humanos?
“Dar por hecho que estamos vivos, es desperdiciar la vida, puescuando nos damos cuenta que el tiempo ha pasado, es demasiado tarde para recuperarla” (Jairo Galeano).
Cada día y en cada momento y especialmente cuando, después del sueño, abriendo los ojos, nos...
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