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Lectura A
De frente hacia la nada
Por Daniel Weisbrg

El fin de siglo ha despojado al individuo de un centro referencial; despro­visto de asideros, se ve inmerso en un sistema de valores trastocados y de símbolos impuestos que obnubilan su visión y le impiden asumir una pos­tura. El arte, inclusive, ha dejado de expresar un discurso personal y se limita a reciclar estilos vacíos, carentes deun contexto cultural que los valide. La apatía, el marasmo y la extrema indiferencia son síntomas claros de una desorientación generalizada; frente a ella, los grupos de poder afianzan su dominio. Se hacen necesarios nuevos puntos cardinales; ante una realidad inaprensible, la nada se perfila como única certeza.
Parece que el individuo ha sido descentrado en exceso. Reptando por las grandesciudades se pregunta, en un grito de desesperación convertido en murmullo, dónde está la realidad que conocía. Si —siguiendo a Putnam— el individuo “recorta” el mundo para for­mar su propia realidad, el fin de siglo ha quitado las tijeras de su campo de visión. El centro se ha eliminado, pero los múltiples centros por los que los teóricos todavía apuestan no han surgido. El indi­viduo se encuentrafrente a un mundo informe: la información se vuelve inma­nejable de tan abundante, los sucesos políticos y culturales se convierten en simbología indescifrables de una estructura más profunda, oculta bajo el velo de Mtv y CNN. Y siempre queda la sensación de que incluso esa estructura ya no existe, imposibilitada de asirse a un centro monolítico.
El discurso teórico deviene literatura (como hamostrado Rorty en su multicita­do Phdosophy as a Kind of Writing) y la ciencia se transforma en ciencia ficción. Cualquier referente a una realidad objeti­va se desvanece y los individuos no saben cómo expresar su duelo. De pronto la casa en que habían vivido desde pequeños desaparece sin dejar rastro. Queda sólo la nada. Parece que el nihilismo radical de Nietzsche se actualiza, pero en sentidonegativo. Con la concepción tradicional de racionalidad desaparece cualquier forma de interpretación racional del mundo: queda sólo la ficción. Y ni todas las bebidas inteligentes del mundo podrán devolverle al individuo la capacidad de entender lo que le rodea.
Identificar este fenómeno como meramente generacional es un error de interpretación: es mucho más amplio, ¡sólo las reacciones varían!.Mientras los más jóvenes se refugian en el Mtv, el Prozac y los trabajos de poca monta, los mayores se aferran a un centro ya ine­xistente o se abandonan a la nada esperando una muerte todavía lejana. La desorientación se generaliza, impide la acción. El descontento social se vuelve statu quo sin provocar nada. Cualquier posibilidad de acción política colectiva ha muerto en un mundo desideologizado,desprovisto de líderes, sumido en el marasmo multimedia de la posmodernidad. La inconformidad se manifiesta en el desgano, la apatía.
Incluso el arte —antes recurso últi­mo de reclamos sociales— ha debilitado su efectividad, perdiéndose en la ironía y el pastiche que, según teóricos como Baudrillard, serán sus verdugos. ¿Dónde está la música de antaño, plena de con­tenido político? Últimamente, lanueva corriente pop británica es un ejemplo muy claro de la imposibilidad de articular un discurso cul­tural coherente, aunque se tengan las mejores intenciones. El reciclaje ha pasado del ecologismo a la cultura: se reciclan ritmos, temas, estilos. El ideal moderno de la innovación ha ido a parar al basurero cultural del anacronismo.
Sólo los manipuladores de signos se encuentran exentos de laconfusión. Estos spin doctors utilizan los signos todavía visibles para manejar a una población incapaz de distinguir los efectos o alcances de las políticas que se les imponen a modo de sugerencia. La visión del individuo se obnubila mediante el uso espectacular e indiscriminado de la publici­dad. Resulta imposible identificar posturas ideológicas, incluso para los policy makers, perdidos ellos...