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Pícaro unitario. Es preciso tusarlo.
-Tiene buen pescuezopara el violín.
-Tocale el violín
-Mejor es la resbalosa.
-Probemos, dijo Matasiete y empezó sonriendo a pasar el filo de su daga por la garganta del caído, mientras con la rodilla izquierda lecomprimía el pecho y con la siniestra mano le sujetaba por los cabellos. (…)
-Es preciso sobarlo.
-Por ahora verga y tijera.
-Si no, la vela.
-Mejor será la mazorca.
Lo grotesco caracteriza ladescripción del ambiente, en el que la chusma se disputa las tripas entre el barro y la sangre de los animales:
Cuarenta y nueve reses estaban tendidas sobre sus cueros y cerca de doscientas personashollaban aquel suelo de lodo regado con la sangre de sus arterias.
-¡A la bruja! ¡A la bruja! -repitieron los muchachos-: ¡Se lleva la riñonada y el tongorí! – Y cayeron sobre su cabeza sendoscuajos de sangre y tremendas pelotas de barro.
Hacia otra parte, entretanto, dos africanas llevaban arrastrando las entrañas de un animal; allá una mulata se alejaba con un ovillo de tripas y resbalandode repente sobre un charco de sangre, caía a plomo, cubriendo con su cuerpo la codiciada presa. Acullá se veían acurrucadas en hilera cuatrocientas negras destejiendo sobre las faldas el ovillo yarrancando uno a uno los sebitos que el avaro cuchillo del carnicero había dejado en la tripa como rezagados, al paso que otras vaciaban panzas y vejigas y las henchían de aire de sus pulmones paradepositar en ellas, luego de secas, la achura. Por un lado dos muchachos se adiestraban en el manejo del cuchillo tirándose horrendos tajos y reveses; por otro cuatro ya adolescentes ventilaban acuchilladas el derecho a una tripa gorda y un mondongo que habían robado a un carnicero; y no de ellos distante, porción de perros flacos ya de la forzosa abstinencia, empleaban el mismo medio para saber...
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