Lengua, Lenguaje Y Habla
2 DUELO DE PASIONES
TERESA MEDEIROS
Serie Hada 1ª
Prólogo
1
2 Inglaterra, 1347
Lady Willow de Bedlington había estado esperando este momento durante toda su vida. Apretaba con fuerza la mano de su padre y apoyaba el peso ahora en un pie, ahora en el otro, tan excitada que tenía miedo de orinarse encima.
Por fin, después de seis años de deseos yoraciones, iba a tener una mamá para ella sola.
Miró a su padre de reojo. Estaba tan guapo como el rey Edward en persona, tan alto y erguido en el patio del castillo, con la túnica adornada con una pelliza, atada con un cinturón escarlata. La pelliza podría estar raída y la vaina de la espada deslustrada, pero Willow se había deslizado hasta su regazo y le había peinado la barba de color cobrizo sólounos segundos antes de que el trompetazo de un heraldo anunciara la llegada del carruaje de su prometida.
—¿Papá? —le susurró entre dientes mientras esperaban que el carruaje y su séquito de caballeros subieran el serpenteante camino colina arriba.
—¿Sí, princesa? —respondió, inclinando la cabeza.
—¿Amarás a lady Blanche como amabas a mi mamá?
—Nunca amaré a otra mujer como amé a tu mamá.Conmovida por la añoranza agridulce de su expresión, Willow le apretó la mano. Él respondió con un guiño poco convencido.
—Pero el rey estará satisfecho si me caso con una viuda rica como Blanche. Su señor murió en la misma batalla en la que perdí mi brazo bueno. Así que ella necesita un marido con título nobiliario y yo necesito aún más la generosa dote que le proporcionará el rey. —Balanceó su manitahacia delante y hacia atrás—. Piensa en lo maravilloso que será disfrutar del favor del rey otra vez, Willow. Tu barriguita no volverá a gruñir como un oso. Habrá caza fresca en la mesa cada noche. No tendremos que volver a vender ninguno de los tesoros de tu madre. Sólo con las ganancias de la madera de los bosques de Blanche nuestros cofres rebosarán durante años.
Willow intentó parecerentusiasmada, pero no le importaban en lo más mínimo los beneficios de la madera ni los cofres rebosantes. Ella sólo esperaba que la señora Blanche necesitara una niña pequeña tanto como ella necesitaba una mamá. No habría sido capaz de soportar las largas ausencias del castillo de su padre durante los últimos meses, de no haber sabido que estaba cortejando a su nueva madre.
Sus ansias de tener unamadre eran el único secreto que no había compartido con él. A decir verdad, la mayor parte del tiempo estaba contenta de ser la niñita de papá. Contenta de coserle los desgarrones de sus calzas raídas con puntadas chapuceras. Contenta de reñirle cuando salía sin la capa en un día de invierno, cuando nevaba, y de derretirle el hielo de la barba a besos cuando volvía. Contenta de reírse de satisfaccióncuando él la llamaba «su princesa» y le revolvía los rizos oscuros de su pelo. Nunca le había importado que en su potaje de alubias hubiera más potaje que alubias, siempre que pudiera dormirse en sus brazos después de que le hubiera leído una historia de la Biblia manuscrita que había pertenecido a su madre. Era el único libro que su padre se había resistido a vender.
No era hasta después dehaberse acurrucado frente al fuego, sobre una estera de paja y rodeada por los sabuesos del castillo, que sus pensamientos empezaban a vagar con la idea de lo agradable que sería tener una madre que le acariciara el pelo y le cantara una nana mientras se dormía.
Volvió a estirar la mano de su padre.
—¿Me querrá la señora Blanche?
—Por supuesto, cariño. ¿Cómo podría alguien no querer a laprincesita de papá?
Pero esta vez papá no la miró y le apretó la mano con tanta fuerza que casi le hizo daño.
Con una punzada de duda, Willow se alisó la falda de lana de su vestido con la mano que le quedaba libre. Ella misma se lo había hecho con retales de tela cortados de un vestido de su madre. Había trabajado a la luz de las velas hasta que los ojos le ardían y los dedos agarrotados se le...
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